Capítulo 13

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Se enteró de lo ocurrido a través de un mensaje de Carol, que por indicación de Theo, convocó una reunión para el día siguiente. Sin embargo, Lucy corrió al hospital apenas lo supo. No le importó salir a media noche, con el cabello recogido en una cola de caballo y vistiendo el pijama, porque ni siquiera le dio tiempo de cambiarse. Tan sólo sintió que debía estar ahí tan rápido como fuera posible.

Al llegar al hospital, fue directo a la habitación de Mía. Ahí los encontró. Ella dormía abrazada a un osito de felpa y él, con el cuerpo en el sillón y la cabeza en la cama. Una posición que probablemente le daría dolores musculares al día siguiente. Lucy contempló la escena desde el umbral de la puerta y enseguida, fue abatida por una oleada de ternura. Theo era demasiado lindo, preocupándose tanto por una niña indefensa. Tan lindo, que Lucy tuvo ganas de llevarlo a una cama, arroparlo y hacerle cariños hasta verlo descansar profundamente. Entonces, se acercó, notando que también dormía sobre un libro infantil. Sonrió ligeramente, paseó sus dedos con delicadeza a través del cabello masculino y susurró <<Theo, despierta>>.

—¿Lucy? ¿Qué hora es? —parecía perdido.

—Más de medianoche —sonrió divertida.

—Uh. ¿Qué haces aquí?

—Hablemos afuera —respondió al percatarse de que podían despertar a Mía.

Segundos después, se reunieron en el pasillo. El ambiente era tranquilo, los pacientes dormían y tampoco había familiares deambulando alrededor. Theo se apoyó con la pared, metió las manos en los bolsillos de su chaqueta, tiró la cabeza levemente hacia atrás y resopló, liberando el aire contenido.

—Así que una cita con Jefferson, eh. Eso sí que no lo esperaba.

—¡Theo! —exclamó en un tono de reproche. También se desconcertó, no esperaba que Theo mencionara aquello—. No es una cita. No una como tal.

—¿Eso crees? —Era evidente que Lucy y Jefferson tenían conceptos de <<citas>> diferentes—. Solo ten cuidado con él. No tiene una buena reputación.

—Puedo manejarlo —se cruzó de brazos, segura. Ser tranquila e introvertida no significaba que no pudiera cuidarse a sí misma. Al contrario.

—¿Te gusta?

Lucy titubeó, no estaba segura de qué responder. Sabía que Theo mantenía encuentros con Jessica de vez en cuando que ocurrían en una habitación a puertas cerradas. El día que indagó y él le contestó de manera sutil que simplemente <<tenían sexo>>, le quedó una espina clavada en medio del pecho. Tuvo la sensación de que empezaba a acercarse a ese antiguo miedo de ser reemplazada. Miedo a que <<pasar el rato con Jessica>> se convierta en algo serio y la historia se repita, dejándola con el corazón roto. Así que se dijo a sí misma que no volvería a pasar. No lo permitiría. Iba a tomar los recaudos necesarios para protegerse, lo que incluía animarse a salir con otras personas, aunque ninguna le gustara tanto como él.

—No. Bueno, tal vez sí. Un poco —mintió—. ¿Qué hay de malo?

Theo se encogió de hombros.

—Creo que no es un buen partido. Al menos no para ti.

—¿Y cómo sería un buen partido para mí, Theo?

<<Yo podría ser bueno para ti>>, pensó. Aunque enseguida silenció esa idea.

—Alguien que no sea Jefferson, por ejemplo —contestó a secas.

Lucy frunció el entrecejo, molesta. Tuvo la sensación de que Theo no estaba pensando con objetividad y que le molestaba el hecho de que saliera con Thomas, solo porque a él le caía mal. Si bien ella no estaba del todo segura -era muy difícil que sintiera atracción hacia una persona- no encontró motivos para no darle una oportunidad. El hombre la había tratado bien, se comportó amable y la invitó a cenar. Le resultó un buen plan.

Frágil e infinitoWhere stories live. Discover now