3.- Antojos (Bakugo x Monoma)

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ADVERTENCIA: Mención violación.


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Monoma se levantó silencioso, esperando que su rubio compañero no abriese los ojos por su ausencia. Katsuki siempre había tenido el sueño ligero o eso es lo que había descubierto durante los últimos dos meses, desde que el explosivo muchacho lo había llevado a su hogar.

Monoma sabía que era un problema, sabía que esos cuatro meses pronto serían 5 y 6, pronto tendría un bebé en sus brazos y ya no podría seguir dependiendo de Bakugo Katsuki, quien simplemente había sido asignado a cuidarlo por la agencia.

Logró bajar de la cama cuando su estomago reclamó desesperadamente algo dulce, la imagen de esos pequeños pasteles que preparaba su abuela llegó a su mente, sabiendo que era imposible, decidió caminar y buscar algo que comer.

La cocina estaba fría, probablemente Katsuki había ventilado un poco antes de irse a la cama, por lo que el lugar no estaba realmente agradable.

No quería hacer ruido, pero las ganas de comer algo dulce lo estaban matando, quería llorar.

Miró el departamento, vivir con Katsuki había sido mejor de lo que esperaba, era ordenado y respetuoso con los horarios y los espacios, aunque ellos habían definido dormir en la misma cama luego de dos semanas de la llegada de Neito al lugar, había tenido un pequeño malestar durante la noche y al estar en habitaciones separadas Katsuki solo se enteró cuando el médico preguntó cómo se encontraba.

Neito se llevó una cucharada de helado de chocolate a la boca, sintiendo la fría sustancia bajar por su garganta, no lo satisfacía en totalidad, pero si lograba calmar bastante la sensación de vacío.

Los antojos habían empezado hacían ya varios días y aunque quería mencionárselo a su rubio compañero de habitación, desistió al recordar que ellos no eran los padres de ese niño, al menos no el rubio explosivo.

Monoma sintió sus ojos llenarse de lágrimas, estaba sensible, las hormonas lo hacían sobre reaccionar, parecía que todo era un profundo mar de penumbras y muchas veces, su ansiedad lo llenaba.

Recordó las sensaciones en su cuerpo, en como esa misión había salido demasiado mal, en como la redada terminó con ellos siendo emboscados, recordó a sus compañeros heridos y a como los malhechores tomaron su cuerpo, en como abusaron de él.

Llevó la mano a su vientre y sintió algo que podría creer era el bebé moviéndose, aunque le quedaban muchas dudas.

Había decidido no hacer nada, cuando le explicaron que probablemente habían usado algún quirk desconocido y que eso había potenciado su capacidad de gestar.

Una sensación de nauseas lo embargó, odiaba pensar en la violación, pero no culpaba al bebé, tenía sus convicciones desde pequeño y aunque respetaba la opción del aborto, para él, no había sido una posibilidad.

Por eso cuando estaba a portas de cumplir 3 meses, había participado en un rescate, aunque estaba de permiso y Katsuki lo había encontrado con un pequeño sangrado, producto del uso de más fuerza de la que su cuerpo podía soportar.

No supo que pasó, ni cuantos días estuvo en el hospital, pero no fue hasta que su jefe llegó con una solicitud de la agencia del rubio pidiendo su custodia oficial producto del ataque, sintió que algo bajo sus pies desaparecía y quedaba a merced de algo superior a él mismo.

Sacó otra gran cucharada de helado, sintió el sabor a chocolate, Katsuki había comprado esos helados desde hace varios días, el antojo se calmaba, pero no del todo, ya no sentía ganas de llorar, pero seguía sintiéndose vacío, como incompleto.

Tenía tantas dudas de todo, fue hacía la ventana, sintiendo el frío de la noche, sacando una y otra vez helado, el antojo no se iba, no era helado lo que deseaba, era algo más.

Cerró los ojos e imaginó esas tartas de manzana, esas que desde hace unas semanas recordaba Bakugo estaba preparando y sintió como su boca se llenaba de saliva, como la necesidad que poco se había compensado con el helado, había regresado demasiado rápido a su cuerpo, haciéndolo estremecer de golpe, se llevó las manos al vientre, no tan abultado como el creía que sería para ese momento.

—Está demasiado frio para estar de pie aquí. —Bakugo estaba sin camisa, mirándolo, pero llevando una manta entre las manos, la que rápidamente terminó cubriendo el delgado pijama de Neito.

—Tenía hambre...

—Tenías antojos...—Bakugo hizo algo impensado para el otro, cruzó sus brazos sobre el cuerpo del embarazado y lo rodeo, en un cálido e intimo abrazo. — No me lo dijiste.

—No es tu responsabilidad, tengo dinero, puedo comprar las cosas que este pequeño quiera o me haga querer a mí, en realidad no se si es él o yo el que quiere comer tartas...—Cerró la boca golpe.

—El antojo no es de helado, entonces no era mejor que me pidieras lo que deseas. — Bakugo acomodó las manos en el vientre del más bajo. — Puedo cumplir tus caprichos y los del niño, quiero hacerlo o ¿crees que te traería aquí solo por lastima? — Katsuki le quitó el helado de las manos y giró al rubio, quedando frente a frente. — quiero cumplir tus caprichos y los del niño, quiero darte tus antojos, quiero darte todo y más, pensé que lo habías notado.

—No quería hacerme ilusiones, pensé que eran las hormonas jugándome una mala pasada.

—Neito, lo que más quiero es que me consideres, es que te ilusiones con lo nuestro, con esto, que esto sea algo.

Neito sintió su cuerpo temblar, no estaba seguro de que podía pasar de ahora en adelante, pero cerró sus ojos y agregó. —Kats, tengo antojos, quiero tarta, ¿podrías...?

El rubio sonrió y acortando la distancia entre ambos, deposito un suave beso en los labios del más bajo, fue algo inocente, tierno, un momento perfecto para ambos.

—Siempre podré, por ti Neito y por este bebé, vamos por tu tarta de manzana.

Neito sonrió, no había dicho que sería de manzana, pero el rubio lo sabía y su corazón no dejaba de saltar de la felicidad.


Agosto Mpreg BnhaOnde as histórias ganham vida. Descobre agora