2.- Náuseas (Kirishima x Denki)

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Kirishima miró preocupado a Denki, quien llevaba bastante tiempo con la cabeza metida dentro del inodoro.

Desde el inicio de su "relación" todo había pasado como una simple casualidad, un reencuentro en una reunión, un par de copas de más, y ellos en un cuarto de hotel.

Todo eso había sido normal o al menos casual, algo que no pasaría de un revolcón de excompañeros que alguna vez se tuvieron gana, pero las llamadas y los encuentros los acercaron poco a poco, y ahora, ambos se reunían en el departamento del otro y comían algo para irse a la cama en incluso momentos sin sexo, era algo de tiempo, casi como una relación, pero en realidad en ningún momento le habían puesto un nombre, por lo que, el pelirrojo dudaba bastante si era correcto entrar y ayudar al otro, o si de alguna manera debía mantener esa pequeña distancia que los mantenía "a salvo".

Una serie de nauseas, acompañada de las fuertes arcadas hizo que Kirishima sintiera el piso bajo sus pies temblar, no era nada masculino no entrar, no era nada masculino dejar solo a su amigo en un momento tan difícil.

—¿Den?

—Estoy bien...— su voz salió estrangulada, producto de las horribles nauseas que lo embargaban, sentía que su hijo se saldría por su garganta con tanto esfuerzo como estaba haciendo.

—No estás, Den quiero apoyarte, vamos. — Kirishima mojó la punta de la toalla de mano, logrando que la fría tela estremeciera el acalorado cuerpo del rubio, quien sintió una extraña calma.

—Yo te dije que me haría cargo, es mi bebé, debo enfrentar todo el proceso, no puedo atarte. — Denki se mantenía con los ojos cerrados, quería mirar a Kirishima, quería mirar a su amigo y que este viene su honestidad, que en ningún caso buscaba que ese bebé fuese algún tipo de obligación para el pelirrojo.

Kirishima quería hacer más, el adoraba a Denki, el amaba al rubio desde la escuela y ahora podrían estar juntos, podrían tener una familia, podrían tener un pequeño bebé.

—Yo sé que esto fue un accidente y que no hemos hablado de que yo podría quedar bueno así. — Denki apuntó su pequeño vientre. — Pero con el apoyo y la compañía que me das podré salir adelante...— el rubio intentó seguir hablando, pero las nauseas se volvían peores, vomitaría y no quería hacerlo frente a su amigo. — Te pido que me des privacidad, en un momento estaré mejor...

Kirishima suspiró y le dio el espacio que es otro estaba pidiendo, fue a la cocina y preparó una infusión suave y unas galletas saladas, había estado leyendo y encontró muchos artículos que recomendaban eso para las náuseas, así que simplemente se sentó en la barra y esperó.

El rubio logró ponerse de pie y aunque no sentía ganas de nada, se tomó el tiempo de lavar su boca, el olor a vomito era lo peor que podía obligar a Kirishima a sentir.

Caminó recostando su cuerpo contra la pared del pasillo, todo le daba vueltas y las nauseas parecían querer regresar, aunque el ardor en la boca del estomago le parecía una peor molestia.

—Te preparé algo.

—No puedo comer...

—Tranquilo, ven. — Kirishima se acercó y apretó el cuerpo del rubio contra el propio, dándole las fuerzas que le faltaban al chico, quien parecía haber perdido todo el color y todas las fuerzas que tenía en su cuerpo.

El olor de la infusión calmó de alguna forma la molestia en el cuerpo del rubio, miró las galletas y de un momento a otro, una oleada de hambre embargó su cuerpo, dejando olvidadas las náuseas, era increíble pensar como su cuerpo cambiaba en cosa de segundos.

Denkí aceptó la ayuda de Kirishima para acomodarse en la barra, y la pequeña galleta salada que el pelirrojo acercó a su boca, la cual pudo comer sin problema, logrando que una sensación maravillosa lo llenara.

—Parece que las galletas y la infusión ayudan. —Kirishima estaba feliz de poder hacer algo.

—Siempre me sorprendes, no entiendo como sabes estas maravillosas cosas. — Se llevó un poco del tibio liquido a los labios, logrando que la dolorosa sensación acida de su garganta fuera quedando como olvidada para su cuerpo.

Kirishima sonrió agradecido, por ahora no podrían ser pareja, sabía que el rubio no lo aceptaría tan rápido como lo deseaba, pero en los próximos 6 meses ellos serían una familia, y las náuseas, el dolor y la soledad, quedarían olvidados en el pasado, sonrió y acarició la mejilla del rubio, quien sonrió y continuó comiendo sus galletas.

Agosto Mpreg BnhaHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin