30.- Recuerdos

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Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

Personaje: Aelita Stones.

Recuerdos

Se levantó cuando a penas estaba amaneciendo. Un sueño extraño la había despertado, el paisaje nevado lleno de pisadas desordenadas, pies grandes, pies pequeños y un par de juegos de rodadas. No era la primera vez que soñaba con el secuestro de su madre, pero sí la primera en la que no lograba calmarse y volver a dormir.

Sentada en una butaca, que Jérémie había conseguido en un mercadillo, rodeada de penumbra, con los ojos cerrados se encontraba inmersa en un mar de imágenes que se reproducían tras sus párpados.

Al principio había sido muy confuso, porque parecía como si alguien estuviera proyectando una película directamente en su cabeza y, de repente, llegó el reconocimiento. Tal vez era porque se había hecho a la idea de no recordar nunca su vida antes de Lyoko, más allá de los breves flashes repetitivos, pero la nitidez de aquel aluvión de recuerdos la agobiaba.

Se reconoció a sí misma paseando de la mano de su madre, curioseando libros en una librería alemana. También pasando una tarde con su padre sentada tras un teclado, quizás trabajando en Lyoko. Varías casas, muchas personas de rostros familiares, pero nombres huidizos.

La avalancha de recuerdos iba ganando definición conforme avanzaba. Era como un alud que la arrastraba ladera abajo y amenazaba con sepultarla en una masa blanda de emociones contradictorias. No le daba tiempo a atrapar ningún recuerdo para intentar analizarlo, disfrutarlo, revivirlo.

Y entonces se detuvo.

Se recordó a sí misma sentada ante el piano con sus dedos moviéndose inseguros sobre las teclas, sin rozarlas. Afuera los pájaros piaban alegres. La sensación de calma era irreal, sabía que había muchas cosas que no iban bien, lo notaba en la tensión en los hombros de su padre, en su ceño fruncido y en el modo tenso de sonreírle. Algo iba mal, muy mal, aunque no sabía el qué. Llevaba semanas despertándola de madrugada y le hacía recorrer, a oscuras, los pasillos ocultos que llevaban hasta la vieja fábrica. Los conocía de memoria, podía seguirlos con los ojos cerrados, pero no entendía porque todos iban a morir a aquella fábrica abandonada.

Inspiró hondo sintiéndose abrumada. Ahora lo comprendía. Su padre sabía que era cuestión de tiempo que los encontrasen, tal vez había visto a alguien conocido y supiese que se les había acabado el tiempo. La fábrica era el único lugar por el que escapar, el único sitio que les daba dos vías diferentes de escape. Desde allí podían recorrer las alcantarillas y con suerte escabullirse. Después estaba la segunda salida, la que les había tocado tomar: Lyoko.

Fue consciente de que su padre nunca la habría metido allí de haber tenido alternativa.

Volvió a cerrar los ojos y esperó a que se produjeran otra avalancha de recuerdos borrosos y confusos, pero no ocurrió. Se concentró en tratar de ordenar los que habían regresado para explicárselos a Jérémie cuando despertase.

Recordar le había sentado bien.

Fin

Notas de la autora:
¡Hola! Ya sólo queda uno para el final. Los recuerdos de Aelita es algo con lo que siempre me ha gustado juguetear porque hay mucho espacio.
Espero que os haya gustado.


Lyoko LandWhere stories live. Discover now