07.- Verdad / Mentira

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Code: Lyoko y sus personajes son propiedad de MoonScoop y France3.

Personaje: Jim Morales, Suzanne Hertz.

Verdad / Mentira

No eran niños. Sin embargo, allí estaban, sentados en las gradas del gimnasio de la Academia Kadic comportándose como si lo fueran. La idea había sido de Jim y ella la había aceptado aún no sabía por qué.

Toda la semana había sido extraña y molesta. Suzanne había hecho una cantidad de planes importantes para aquel puente por festivo. Cuatro días de descanso que pensaba llenar con una escapadita a un spa, baile y copas, entre sus planes entraba la posibilidad de conocer a alguien y añadirle un poco de picante a su merecido descanso. Sabía que no era correcto meterse en la cama con alguien cuando en su cabeza y su pecho era otra la persona enredada, pero no podía dejar que pasase, no era correcto e iba contra las normas de Kadic, por no hablar de la diferencia de edad. La cuestión es que tenía planes y pensaba pasárselo bien, pero no, Rachel a quien le tocaba guardia, se había puesto enferma y la siguiente en la rotación era ella, así que allí estaba atrapada con Jim.

Kadic era un internado de prestigio en el que los alumnos tenían libertad para volver a casa los festivos, aunque asistían también algunos alumnos en condiciones especiales que no lo dejaban ni en vacaciones. Hijos de familias demasiado ocupadas para encargarse de ellos o que vivían en el extranjero y se les hacía difícil llevarlos de vuelta para unos pocos días. Debido a eso siempre había dos profesores de guardia, porque los niños no podían quedarse allí solos sin supervisión.

—He vuelto a ganar —soltó Jim con una carcajada acompañando sus palabras—. Suzanne, creía que se te daría mejor esto.

«Suzanne» su nombre no era especialmente bonito, pero le provocó un cosquilleo en la boca del estómago. Jim siempre la llamaba señora Hertz por educación, por respeto, por los críos que les rodeaban, pero a solas había empezado a llamarla Suzanne con aquel acento suave y escurridizo que no sabía identificar. Había investigado un poco, sabía que Morales era un apellido cántabro, pero que se había ido extendiendo por toda España, Italia, Portugal e Hispanoamérica, no obstante, a su acento no le encontraba parecido con ninguno de aquellos lugares.

—¿Otra partida? —inquirió recogiendo las cartas con suavidad.

—No, basta de cartas.

Jim la miró, parecía sorprendido y decepcionado a partes iguales. Le echó un vistazo a su reloj de pulsera.

—¿Quieres ir a dormir ya? Aún es pronto.

No, no era eso lo que quería.

—Espérame aquí, ahora vuelvo.

Jim asintió y la observó cruzar la puerta que llevaba al exterior. Se encogió un poco sobre sí mismo temiendo que no fuese a volver. Suponía que Suzanne no haría algo así, que no le dejaría allí abandonado como un abrigo en verano, pero tenía miedo.

Las guardias con Rachel siempre eran aburridas, por eso se había alegrado cuando el señor Delmas le había dicho que pasarían aquellos cuatro días con Suzanne. Rachel se quedaba encerrada en la cafetería y no le hablaban, era como si fuese invisible para ella. Sin embargo, Suzanne y él hacían un buen equipo, siempre había alguna manera de divertirse con ella.

La puerta volvió a abrirse, Jim la miró como si esperase que la cruzase alguien diferente a Suzanne, pero no, era ella. Con una botella en la mano. Volvió a sentarse a su lado, dejó dos vasos de chupito y los llenó con el contenido de la botella que Jim olisqueó para comprobar que era tequila.

—Te propongo un juego, Jim. —Él soltó el vaso y volvió a mirarla atentamente—. Verdad o mentira.

—¿Qué?

—Por ejemplo, yo digo: me llamo Suzanne Hertz. Y tú tienes que adivinar si es verdad o mentira, si te equivocas bebes, si aciertas bebo yo.

—De acuerdo. Verdad.

Suzanne bebió de un trago el contenido de su vaso y lo rellenó.

Jim se preguntó si aquella propuesta era a causa de sus constantes «prefiero no hablar del tema», porque Suzanne era la única que parecía tomar en serio sus historias.

—Te toca, Jim.

—Jim Morales no es mi nombre real.

Ella enarcó las cejas.

—Verdad —respondió no muy convencida.

Jim tomó su vaso y lo vació, lo rellenó.

—Odio los gatos —murmuró Suzanne.

—Mentira, te encantan los gatos.

Suzanne bebió.

—Me encanta ser profesor de gimnasia.

—Verdad.

—No —soltó señalando el vaso de Suzanne, ella lo vació—. Es entretenido, pero no.

Las declaraciones se fueron sucediendo entre chupito y chupito, hasta vaciar más de la mitad de la botella. Con la cabeza poco clara, Jim, dejó escapar un suspiro perfumado de tequila.

—No estoy enamorado de ti —pronunció sin vergüenza alguna.

—Verdad.

—Vuelves a equivocarte.

No se había equivocado, había tenido la esperanza de que se lo negase para tener fuerza suficiente para seguir dejándole a un lado. Bebió.

—Yo tampoco lo estoy de ti —susurró—. Buenas noches, Jim.

Jim bebió entendiendo el mensaje.

Suzanne se levantó y dejó el gimnasio esta vez de manera definitiva.

Tendrían que hablarlo, cuando el alcohol no les nublase el juicio, igual por la mañana, o eso esperaba Jim.

Fin

Notas de la autora:
¡Hola! Estaba tardando mucho en sacar a este par de bobos, ya los echaba de menos.
Espero que os haya gustado.


Lyoko LandWhere stories live. Discover now