"Vas a morir." Ella susurró.
Dumbledore se rió torpemente, palmeando a la niña de once años para tranquilizarla. "Tengo ciento cincuenta y uno, eso es un poco inevitable, me temo, querida".
La de primer año negó con la cabeza suavemente, un poco de...
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Había sido un largo día para Fred Weasley cuando llegó a la torre de astronomía. Había un montón de hermosas chicas francesas llegando en el medio, lo cual era una ventaja, pero por lo demás, una broma había fracasado, McGongall lo había estado observando de cerca todo el día, y Krum se había sentado con los Slytherins poniendo a Ron de mal humor.
Lo último, en sí mismo, no habría sido un problema si Harry no hubiera estado ocupado en algún lugar angustiado y Hermione no hubiera estado de humor para cuidar niños, dejándolos con su estúpido hermano.
Finalmente se escabulleron cuando Angelina lo involucró en un juego de ajedrez y se separaron para explorar la escuela como solían hacer antes del toque de queda.
Dijeron que era para inspirarse para hacer bromas y meterse con los profesores... pero si rescataban un par de años de juventud perdidos de algunos de los personajes más inclinados a la intimidación... bueno, eran Gryffindors. Y sí, algunos de los matones también eran Gryffindors, pero creían que los imbéciles no eran lo suficientemente ambiciosos, inteligentes o leales como para ir a las otras casas.
Fred estuvo de acuerdo con George en que Hufflepuff, siendo la casa de los tontos, cobardes y vagos, era un concepto estúpido. Hufflepuff no era el lugar al que iban los que no encajaban. Los bichos raros optaron por Gryffindor por lo que podían ver. ¿De qué otra manera podrían la inteligente Hermione Granger y el leal pero tímido Neville Longbottom compartir una casa con su ridículamente ambicioso capitán de Quidditch, Oliver Wood... y Harry Potter, que parecía tener dos escenarios, en peligro mortal y deprimido?
Fred sacudió los pensamientos de sus extraños compañeros de casa. Había llegado a la torre de astronomía.
Le gustaba el lugar, a ambos les gustaba, y se encontraría con George aquí antes de regresar a Gryffindor a tiempo para el toque de queda. Sólo los aficionados se quedaban fuera después del toque de queda, los verdaderos profesionales dormían temprano y se levantaban a las cinco de la mañana cuando incluso Filch se había ido a la cama.
La noche era fría y las estrellas brillaban. Su hermano llegó tarde, pero la ruta de su patrulla pasaba cerca de los dormitorios de Slytherin, así que eso no era inusual.
Fred se aflojó la corbata y se estiró antes de caminar lentamente hacia el balcón, sintiéndose finalmente tranquilo después de un día de orden mayormente y poco caos decente para deleitarse.
Parecía que pensar en el caos lo convocó, sin embargo, antes de que hubiera dado dos pasos en la habitación, un borrón de cabello rubio y furia se estrelló contra él, lanzándolo de cara a un tapiz.
La bola de la colegiala enfadada chocó contra la barandilla que emitió un crujido nervioso y desató un grito que haría llorar a una banshee.
Fue un grito diferente a todo lo que Fred había escuchado, y considerando a su madre, eso era impresionante. No era consciente de que la pura furia y la angustia podían hacer un sonido que reventaba los tímpanos como una poción picante, pero aquí estaba siendo ensordecido.
