Capitulo 37

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Amelie

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Amelie

Intento alertar a los guardias del palacio para que sigan al hombre, pero este termina escapando de ellos. He puesto en alerta a Aurelie sobre la situación pero su reacción frente a esto ha sido mantenerse encerrada en su alcoba sin salir.

Está asustada y teme lo peor. Teme que suceda lo mismo que en Gratea.

Ahora solo existo yo para tomar las decisiones. Kyrios está lejos y no existe ninguna señal de su parte que nos garantice que esta guerra llegará a su fin. Lydia esta decidida a tomar el poder de todos los reinos, ha desplegado sus tropas en dos reinos vecinos y les ha prendido fuego, los aldeanos están asustados. Temen por su vida, de sus casas y de su familia.

La corte ha puesto sus ojos sobre mí después de firmar aquel papel, han cuestionado mis decisiones pero no dejare que hagan de Gratea un circo ambulante en la ausencia del rey.

Observo desde mi alcoba la imagen que despliega en medio de la oscuridad, debo decidir si regresarme a Gratea o permanecer aquí oculta de todos. Sé que Kyrios me ha puesto a salvo pero ahora que él no está, las cosas se han venido abajo para Gratea. Si seguimos de esta manera, no podremos encontrar más que ruinas en lo que alguna vez fue nuestro reino.

Suspiro y me devuelvo a la cama.

Me tumbo sobre las sabanas, me envuelvo en estas y espero que la decisión que tome sea la correcta para todos.

**

—Amelie, ¿qué haces? —me reprende Clarice cuando ve subir mis cosas al carruaje.

—Me regresaré a Gratea.

—Esto es una completa locura —alega—. Estas a poco de dar a luz, no puedes irte de esta forma si Kyrios...

—Kyrios dejó en mis manos el destino de nuestro reino, no puedo huir y darle la espalda, regresaré y tomaré las riendas de todo, aún tienen a su reina.

—Amelie...

—Es lo mejor Clarice, si dejo el palacio en manos de Melibea, ella hará lo imposible porque esas personas sufran las consecuencias, no puedo...

Aprieto mis labios cuando siento mi respiración cortarse por un ligero dolor en el vientre. El bebé se ha estado moviendo más los últimos días que de costumbre.

—No puedo dejarlos solos.

—Si te sucede algo el rey no lo soportará.

—Voy a estar bien.

—Voy contigo —dice firme.

—¿Qué? No Clarice, tú te quedas, yo... —respiro profundo al sentir de nuevo la punzada—. Me regresaré sola.

—Amelie no voy a dejarte sola, y menos a poco de traer a ese bebé al mundo. Voy a ayudarte.

—Pero Clarice...

Melodías para el ReyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora