31. Muñeca de Porcelana

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Tarareo una canción mientras mis piernas —que no logran alcanzar el piso — se tambalean adelante hacia atrás

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Tarareo una canción mientras mis piernas —que no logran alcanzar el piso — se tambalean adelante hacia atrás.

—¿Qué haces? — preguntó Cayden divertido, mirándome divertido.

Intuyo que debo verme.como una niña chiquita. Dejó el plumón azul y tomó el de color verde, pasándolo sobre la hoja antes de subir la mirada y luego volver a bajarla para seguir coloreandola.

—Dibujo, ¿no es obvio? — suspiré, volcando los ojos.

—Eso está claro, pero, ¿qué dibujas?

—A ti.

—¿A mí? — parece sorprendido.

—Sipi. — asiento con la cabeza.

Termino de iluminar con mi color verde, antes de ponerle la tapa y dejarlo en la mesa.

Le sonreí grandemente, admito que la manera de cómo me mira me hace sentir de alguna manera anhelada, necesaria. A pesar que por momentos eso me gusta, una vez, regreso a la realidad caigo en cuenta en el demonio que ha hecho mi vida un infierno.

Casi. Muy poquito. Casi nada. ¿A quien engaño? La verdad es que menos de casi nada siento un poco de empatía por este hombre, lo sé, las cosas no deberían de ser así, pero joder, no puedo evitar ser malditamente patética. Aún con todo lo que me ha hecho no puedo ser igual de basura que él, simplemente, soy una persona con ciertas debilidades.

—¿Puedo ver?

Afirmo con un movimiento de cabeza. Puedo ver la emoción en su mirada, al sentir su acercamiento —inconscientemente — me tenso, de hecho, pienso que debí decirle que no.

No te dejes vencer por el miedo Ale. Me digo mentalmente.

Inspiré un poco de aire antes de pararlo con la mano:

—Yo te los enseño.

Se detienen, regresando a su silla. En un intento estúpido por perder un poco de tiempo, finjo acomodar las hojas, y se las muestro:

—Este eres tú siendo devorado por un cocodrilo. — bajo la hoja, mostrándole la que sigue — Ahora, eres tú siendo pulverizado por un rayo. Aquí, una árbol te aplastó enterito, en esta otra estás tú siendo atropellado, y aquí llevado a un manicomio. Aquí un león te está comiendo.

El ceño de Cayden se frunce cada vez más, sube una mano a su mejilla adoptando un aire, no estoy segura, sí pensativo o vengativo.

—¿Así que ese soy yo?

—Exacto.

—Que gran imaginación, ¿qué hay en la siguiente hoja? — pregunta, y yo parpadeo los ojos confundida.

—Son tu mamá y tu esposa. — dije, enfatizando en la última palabra.

Cayden pone los ojos en blanco, un poco molesto.

Secuestro ObsesivoWhere stories live. Discover now