28. Oscura Realidad.

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CAYDEN

Me lleva la chingada.

Ése maldito hijo de puta la toco. Mantiene una estúpida sonrisa de lado a lado. No hay un conjunto de palabras que describan lo que quiero hacerle, ni siquiera sé sí es posible una conjugación así, pero lo que sí sé es que lo quiero muerto.

—¿Qué dijistes? — lo miro una vez que veo a los hombres llevarse a Alejandra a las camionetas.

—Que esa chica es de mi propiedad, y hoy yo la iba a estrenar, maldito zorro de mierda. — repite con descaro, orgulloso de sí mismo.

Suena muy decidido y se ve decidio. El problema aquí es que ella es mía, y yo soy muy posesivo con mis cosas.

Maldito idiota, tengo que contener las ganas que tengo por terminar con su mediocre vida.

Con una sonrisa siniestra camino directo hacia él, el muy imbécil se espera palabras convincentes para que deja que me lleve a MI mujer, se prepara para oírme decir estúpidas negociaciones que él ya está estimando en rechazar. El muy imbécil es tan predecible que me sorprende que siga vivo.

—Bien dice en el dicho: "Hierba mala nunca muere." ¿Qué te parece sí lo ponemos a prueba?— murmuro bajando cuidadosamente su arma.

Me da gracia la cara que pone, patético.

—¿De que carajos habla...?— antes de que siquiera pueda formular su pregunta, le doy un cabezazo, el cual, no sólo logra hacerlo caer al piso, por la sangre que sobresale de la mano que —incluso— trata de cubrir su nariz. —Hijo de perra.

Sus hombre alzan sus arma en contra de mí, así mismo como lo hacen los de mi primo, a quién le hago una señal para que de la orden de bajarlas.

No me digan que, ¿el idiota ya está asustado? Si apenas lo toque.

—Bajen las armas.— ordena ese chico que con tantas ganas Björn ansiaba conocer: "El Japo"

—Disparenle, cabrones.

—No lo hagan. — suspira cansado con voz frívola.

No importa cuántas veces grite, solo siguen las órdenes de ese chico. Impresionante.

—¡Puta madre, Japo! ¿No ves cómo me dejó?

—¿Eso? Pero si apenas fue una suave caricia. — digo burlón.

—No saben con quién de metieron, bastardos. ¡Japo, da la orden!

—No utilices a mis hombres para disfrazar tu debilidad. Yo no te sirvo a ti. — le corta el chico con neutralidad.

Si no hubiera traído aquí a mi mujer, podría haber dicho que me agradaba.

—Maldito escuincle. — bufa mirándolo con odio— Es tu deber salvaguardar la subaste de TU jefe, puto.

Los ojos del chico se oscurecen pero no hace nada. Solo verlo sin emociones, creo que él y yo podríamos ser socios, claro si no estuviera inmiscuido en los mismos negocios turbios que mi primo. Trabajar con ellos es tan problemático, más cuando el puto FBI ya te tiene entre ceja y ceja solo por ser pariente de un mafioso, ¿acaso piensan que todos somos tan estúpidos para trabajar en lo mismo? A esos imbéciles les falta no solo disciplina, también imaginación para ver más allá de sus propias narices, por eso el mundo está como está. Por falta de visión.

Secuestro ObsesivoWhere stories live. Discover now