22. Conversaciones Significativas

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ALEJANDRA

Ahí estaba él, pero no se veía igual que siempre.

No, ése hombre delante de mí no se parecía ni un poco a mi secuestrador. Era su rostro, su cabello, los mismos tatuajes delineados en su piel. Pero no parecía él, los fríos ojos color azul que siempre me miraban con frialdad cuando se enojaban y obsesivos, sólo reflejaban una infinita tristeza.

¿Qué habría pasado para que por primera vez ese demonio me mostrará un poco de vulnerabilidad? Intentaba responder esa inevitable pregunta, sin ser capaz de obtener una respuesta. ¿Se habrá dado cuenta que estoy parada delante de él?

Habían pasado un par de días luego que recibió aquella llamada, mismos en los que estuvo fuera del departamento. No me malinterpreten, no lo extrañe ni un poco. No tenerlo cerca me trajo un poco de paz que perdí desde que ese hombre llegó a mi vida. Simplemente, alrgó un poco la cadena de mi pie y sin dar explicaciones salió corriendo de este lugar, se veía apurado, y él muy idiota lo único que dejó para mi alimentación fue para sandwiches de jamón, ni siquiera tenía gas.

No hubiera sido una muy mala idea, crear un ligero fuego para llamar la atencion. No tenia nada que perder, no tenia a nadie en mi vida, a pesar de que él repetía un millon de veces que me cuidaba era a quien menos necesitaba.

Cayden Dunkel era el unico responsable de mis desgracias.

Estaba dispuesta a reclamarle, fingir que me preocupaba algún engaño o algo parecido y portarme igual que una celosa compulsiva o niña caprichosa, aunque, no logro emitir ningún sonido.

Verlo de esta manera me impresiona.

Me gustaría decir que estoy satisfecha de verlo asi, que me siento feliz por la infelicidad que se refleja en su rostro, sin embargo, estaría mintiendo. Porque, pese al odio que le tengo por haberme jodido la vida, también soy una persona que lamentablemente a sufrido y es jodidamente patética que tiende a preocuparse por todos, incluso, por un maldecido como él.

Mantiene su cabeza baja y su cabello escondiendo su rostro, su espalda no se recarga en el sofá, sus manos flojas encima de sus rodillas y entonces, escucho un ronco sollozo saliendo de sus labios. No puedo estar más confundida, ¿Cayden Dunkel está llorando?

Puedo ver algunas gotas caer contra la alfombra. Trae puesta la misma ropa que hace días; desaliñada y arrugada, las mangas de su camisa están arremangadas hasta los codos, sin duda, está hecho un asco.

—¿Por qué estás despierta?— pregunta duramente, asustándome y logrando sacarme de mi transe.

Es la primera vez que lo veo de esta forma y ni siquiera puedo alegrarme, sé que él no vale ni una mierda y, estupidamente, siento lastima. Me equivoqué no hay lágrimas, lo que si hay es un rojo y remarcado golpe en su mejilla derecha, ¿se peleó? ¿Con quién? Rápidamente mis ojos bajan a sus nudillos, no hay rastro que hubiese regresado ningún golpe, ¿entonces?

—Regresa a tu habitación.— exige en un intento de recuperar ese carácter dominante suyo.

Debería obedecer, no me gustaría que volviera a golpearme o peor,no obstante, mi mente dice que no. Una parte— la más estúpida e humana— quiere saber la razón del porqué está de esta manera y la otra, quiere que lo ocupe a mi favor. El día anterior que no lo tuve cerca de mí sentí en verdad una tranquilidad que desde hace mucho tiempo no tenía.

¿Qué debo hacer?

—Alejandra...

—¿Estás bien?

No es bueno aprovecharme de su estado, no estoy orgullosa de ello, por otro lado, así quedaríamos a mano, ¿no? Digo, él dice que se arrepiente de haber abusado de mí y yo sé que me arrepentiré de usar su debilidad a mi favor, porque yo nunca fui así. Por lo tanto, los dos estaremos arrepentidos de algo y de esa manera estaremos a mano.

Secuestro ObsesivoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora