Capítulo 16.- Veredicto

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Cayden Dunkel

—Podría decirnos como era la actitud de la señorita Pliego, en estos últimos meses— escuchaba la gruesa voz del oficial.

—Extraña— respondió firmemente.

Era una cuestión extraordinaria, el dictamen de lo que pudo pasarle a mi mujer. Sandra no creía lo que ellos decían, sin embargo, no se daba cuenta que ella fue una de las principales detonantes para orillarla a hacerlo.

—¿Cómo que extraña?— seguía cuestionando.

Un resoplido, lleno de molestia y presión resono por todo el lugat.

—Ella era diferente, nunca le había gustado socializar al cien, pero de pronto se encerró en sí misma. Huía de todos, corría cuando le hablábamos. Además de que los rumores no paraban.

La dura mirada se posó hacia la ventanilla polarizada de la delegación era como si buscará a alguien, como si ahí es donde hubiese querido llegar desde el principio. Ahí sería todo y el dictamen, cedería a mi favor.

—¿Rumores? ¿Qué clase de rumores?

Mordió su labio, sabía que su confesión sería todo, había escogido mal sus palabras pero ya era demasiado tarde.

—Responda— exigió aquel policía.— ¿Qué decían esos rumores?

Soltó una maldición y una vez más lo miró— Que ella era una zorra.— dijo sin más, mirando hacia la nada.— pero yo sé que son falsos, la conozco y Ale no es así. Se ruboriza cuando alguien le habla de sexo, es tan incrédula que no es capaz de darse cuenta cuando alguien le coquetea o si alguien la alburea no lo nota. Es demasiado inocente, tímida y desconfiada.

—No le pregunté lo que usted piensa, le pregunté sobre los rumores.

Lo vio con rabia y odio. Debo admitir que yo también lo vería así, pero el hombre sólo esta cumpliendo con su "trabajo" y lo hace de maravilla. Debo agradecer después a mi primo Björn.

—Todos decían que se acostaba con distintos chicos y señores. Pero como le dije, eso es mentira.

—¿Sabe como era la relación que tenía con su familia después de todos esos rumores?— continúo, ignorando lo dicho anteriormente por mi ex alumno.

Suspiró — Le eh dicho que ella se alejó inevitablemente de todos sus amigos. Eso quiere decir que no, no tengo ni la puta idea de su relación pero no creo que haya sido muy buena si su bella mirada se encontraba todo el tiempo triste.

Debía tener control, fuerza de voluntad para no ir y partirle la cara a ese idiota. Si bien, yo le decía a Al que no quería sólo ser su amigo. ¿Que carajos tenía que notar sus bellos ojos? ¿Cómo podía ver la inocencia de mi mujer?

—Usted fue la última persona que la vio ¿cierto? — sonreí en mi interior en cuanto la mirada de Sandra cambio a una de rabia, en el instante en que Aldo inicio con su testimonio

Miedo, eso era lo que se reflejaba en sus ojos. Imbécil. Hipotéticamente, sí era su culpa que a Ale la secuestrara de no haberla dejado ir a casa nada hubiera pasado. En cambio prefirió la diversión a acompañarla y llevarla a salvo a su casa. Sin duda, yo no lo hubiera echo, me valdría una remerenda mierda ello con tal de verla bien.

—Eso creó.

—¿Cree? — Hay niño, tus nervios son una alarma para esta corrupción que busca a un culpable.

Trago en seco— si, porque estábamos en una fiesta. Yo junto con otros amigos y amigas la vimos ir. Ahora me arrepiento de no haber ido con ella.

Secuestro ObsesivoOnde histórias criam vida. Descubra agora