20. Amanecer

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Cayden

Lo primero que sentí en aquella mañana fue una punzada en la cabeza, una muy desagradable junto a un sabor de sustancias quimicas junto con la horrible combinación de aliento mañanero y boca seca.

Los rayos solares se adentraban entre los huecos de las cortinas rosadas. Mis párpados se cerraron inmediatamente,  rechazando la luz.

Esta no era mi habitación.

Rápidamente comencé a buscar los recuerdos de la noche anterior, por unos minutos empecé a temer el hecho de que pusiese haberle echó daño a mi pequeña, afortunadamente no fue así. Sin embargo, sí que me siento culpable al recordar que en efecto, después de nuestra discusión y mi visita al club, termine entre las piernas de aquella chica, de la cuál, no recuerdo su nombre.

Miré a la izquierda y la vi.
Aún se mantenía durmiendo, sus pupilas cerradas y su respiración tranquila.

¿Es que acaso puede existir criatura más hermosa que ella? No, claro que no.

En ese momento, el sentimiento de culpa crece aun más. Después de escuchar los consejos de ese hombre, yo ciego de enojo, no sólo me acosté con esa chica, sino qué, estuve al punto de golpear una vez más a mi niña.

Un cinturón entre mis manos, sus súplicas, el miedo en su mirada y sus palabras fueron el determinante para que no cometiera de nuevo alguna pendejada más. Por primera vez, estaríamos juntos sin discusiones de por medio, por fin, ella me había aceptado y convertido en el hombre más feliz de todo el mundo.

Y es qué, sólo necesita una palabra para destruirme o para darme la felicidad que nunca creí que podría sentir.

¡Joder!

Detesto ser así, pensar como un idiota enamorado. Ese nunca fui yo, ni siquiera cuando era adolescente.

—¿Qué fue lo que me hiciste? — le pregunto suvemente.

Sus mejillas voluptuosas y el brillo de su nariz me parecen perfectos, la suavidad de su piel es fascinante y lo mejor, es sólo mía.

Ale se remueve y termina dándome la espalda, "es la primera de muchas", pienso lleno de dicha.

Ya nadie podrá separarnos, ni siquiera la loca de Raquel con su idiota idea de familia perfecta. Después de ayer, no tengo porque seguir casado con ella. Ni quiero hacerlo, lo único que deseo en este mundo es estar con mi hijo y mi princesa, no necesito nada más.

Sólo a ellos dos y los futuros pequeños que lleguen a nuestra pequeña familia.

Sólo nosotros.

Se remueve entre las sábanas, y lentamente abre los ojos.

— Hola. — acarició su mejilla con una sonrisa.

— Buenos días. —bosteza. — ¿Qué, por qué me miras así?

—¿Cómo te miró, princesa? — No tengo ni la menor idea, lo único que sé es que en estos momentos soy el hombre más feliz de la faz de la Tierra.

Estoy así sólo por ella. Este sentimiento es el más maravilloso que puede existir.

— Pues así... tan, tan sonriente.

Me inclino hacia ella, necesito saborearla de nuevo. Sentir la suavidad de sus labios sobre los míos, suena estúpido que una chiquilla me haga sentir todas estas emociones.

De nuevo corresponde, lenta y tímidamente.

<<Mantén la cabeza y el corazón frío, es mentira. Ella te odia, te lo dijo ayer. Nadie cambia de opinión tan rápido.>>

Secuestro ObsesivoOnde histórias criam vida. Descubra agora