Se estuvo planteando seriamente si debía irse a Washington D.C. todos los días. Empezó al cuarto día, donde comenzó a ver desde la ventana de su habitación como Emily llegaba a casa de Justin mientras ejercitaba como todas las mañanas. Y para colmo de ____, Justin volvía a repetir lo de las pesas con ella, haciendo que la presión en el pecho de ____ creciera cada vez más cuando veía como Justin tomaba los puños de Emily para que ella pudiera levantar las malditas pesas. Se decía una y otra vez que no debía mirar, ya no era asunto suyo, Justin ya no estaba con ella.

  Pero el caso era que si era asunto de ella, ¿qué no la quería? Justin se lo había dicho infinidad de veces como ella se lo había dicho a él cada vez que estaban juntos. Sólo había pasado una semana y Justin se mostraba más abierto con Emily que cuando ella se había pasado por su hogar la primera vez con sus deliciosas galletas. No lo entendía, simplemente no podía.

  El asunto con Washington estaba decidido: no se iría. Le gustaba San Antonio, toda su vida estaba ahí, habían muchos recuerdos con su madre y su padre que tal vez no quería dejar atrás, pero en cuanto _____ pensaba en la capital, no podía evitar sentirse un poco emocionada, tal vez más de lo que esperaba, dejando en duda su posición decidida de no irse. Una vez que su padre se fue por la tarde, _____ tomó un papel y escribió los pros y los contras de irse de San Antonio y cuando acabó sintió como el globo de emoción se desinflaba en su interior. Habían cinco en cada hilera, pero a pesar de que estaban empate, lo que su letra en manuscrita decía al final de los contras hace que su corazón de un vuelco a pensar en siquiera la mínima intención de irse de San Antonio:

Justin.

  Sólo su nombre escrito en un papel podía hacer que _____ cambiara de opinión en menos de un segundo y se sentía completamente débil por aquello. Se daba cuenta que Justin estaba en lo más profundo de su corazón, mucho más de lo que imaginaba.

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Dejó su bolsa en el sillón y se acomodó en la silla de su oficina, si quería adelantar todos los documentos que tenía pendientes, se tenía que poner a trabajar en ellos cuanto antes. Si quería darse el lujo de salir temprano para estar con Oliver en su consulta con el médico, debía adelantar más de la mitad.

  —¿Interrumpo? —Jenny entró en su oficina y se acomodó en el sillón que había en la esquina.

  —Siempre interrumpes.

  —Y, ¿qué tal va todo?

  No hacia falta ver como la miraba su amiga para saber de qué tema estaba hablando. ____ dejó caer sus hombros y se tomó un momento en responder. Terminó el documento que tenía entre sus manos, cerró la carpeta azul y la dejó a un lado. No quería alargar este tema mucho tiempo, no quería entretenerse y no estar con Oliver por la tarde junto con su padre.

  —Tiré las rosas que me dio.

  —¿Qué hiciste qué? —le exclamó Jenny poniéndose de pie enfrente de su escritorio—. ¿Cómo por qué hiciste eso?

  —Él estaba ahí, con Emily, una del vecindario. Le coqueteaba en frente de mis narices.

  —Me importa poco quien sea Emily, ¿en qué estabas pensando?

  —No me regañes —apresuró a defenderse—. Él tiene la culpa. Él me dejó. Él no quiso escucharme. Ahora debe abstenerse a todo lo que yo haga —dijo tratando de que su voz sonara convincente aunque _____ sabía que aquello no era cierto.

  —Que necia eres —dijo Jenny después y se volvió para sentarse de nuevo en el sillón—. Todo saldrá bien.

  _____ soltó una risa vacía.

The Neighbor [j.b.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora