Capítulo XXV: ❝Doamnele vorbesc❞

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"Donna, tenemos que hablar."

No, no, definitivamente no. Sonaba más como un regaño que como una petición. No quería asustarla o hacerle creer que habría consecuencias contra aquel acto. O bueno, consecuencias malas, porque consecuencias habría al final. Eso era obvio.

"Mi queridísima Lady Beneviento, le pido amablemente que me conceda una audiencia, para poder aclararle la profunda realidad de mis sentimientos hacia usted, con evidente urgencia."

─¡Agh, no! ─Bela tensionó su boca tratando de no maldecir.

¡¿Pero qué demonios se supone que era eso?! Se parecía más a su madre teniendo una charla por teléfono con la sacerdotisa del pueblo, que una enamorada normal tratando de confesarse y aclarar las cosas con su otra mitad. Era Bela Dimitrescu, la hija más educada y agraciada de la Dama, pero tampoco era la reina de Inglaterra conversando con Dios. No podía expresarse de forma tan rara.

"Amorcito mío..."

NO.

Bela se quedaba sin ideas, lo cual era poco usual en ella si se trataba de vocabulario. Había leído casi tanto como Daniela en toda su vida, así que conocía distintas palabras y expresiones tanto coloquiales como formales, para facilitar su elocuencia al comunicarse. Aún así, la magia del enamoramiento tonto hacía efecto incluso en ella, quitándole esa habilidad o entorpeciéndola como suele pasarle comúnmente a las personas que intentan hablar con quien les gusta.

Sus hermanas no eran una opción a considerar, y tampoco pensaba preguntarle a su madre cómo iniciar esa conversación. Además, ya estaba en el carruaje camino a la finca. Mucho no podía hacer excepto hablar con la pared.

Nuevamente carraspeó la garganta, como si eso de repente le pudiese quitar esa "traba" al expresarse. Lo cierto es que de verdad tendría picazón si seguía carraspeando cada vez que se trababa.

"Mi hermosa Lady..."

El carruaje se detuvo casi en seco, asustando a la rubia tras sacarla de sus pensamientos. Había llegado al destino, y toda la preparación que se propuso tener para el viaje, terminaba en una rotunda ignorancia. Odiaba procrastinar y evitaba hacerlo con más esfuerzo cuando un evento importante se marcaba. En este caso, parte de su cabeza le decía que tan importante no era, más bien para calmar su ansiedad que para serle honesta. La otra parte le decía que estaba a punto de marcar un antes y un después, y todo dependería de ella para arruinarlo o no.

Ambas partes tenían un poco de razón. El asunto es que todo esto tenía importancia, pero nada saldría bien si no se calmaba. Y decirse a sí misma que se debía calmar tampoco ayudaba.

Bela era un enjambre de nervios, más que de moscas en ese preciso momento. Le hizo señas al chofer para que se retirase, y continuó su camino hasta la mansión. Prefirió caminar e ir mucho más lento para relajarse, que enjambrar y aparecer en un par de segundos frente a esa puerta de madera crujiente. Estaba visto que prisa no tenía, para nada en absoluto.

Inhalar y exhalar sirvió de algo. Relajó sus pensamientos y se dijo a sí misma que, pasase lo que pasase, estaba lista. No se lo creía mucho, pero sí creía ser la arquitecta de su destino. Si las cosas salían bien, entonces lo recibiría gustosa. Si las cosas salían mal, se levantaría otra vez, y vería qué hacer al respecto. Eso quizás no era estar lista para ella, pero sí era aceptar que no todo estaba bajo su control, y eso estaba bien, porque no todo tenía que controlarlo.

Y así la ansiedad disminuyó.

Volvió a practicar su respiración cuando estuvo frente a la puerta. Nunca la vio tan imponente y aterradora como la veía ahora. Temía ver de la misma forma a Lady Beneviento, pero no lo averiguaría si no intentaba pasar. Así que tocó el timbre, intuyendo que de todas formas ya sabían ambas habitantes de la Casa que ella estaba allí. Debieron sentirlo, después de todo. Era un enjambre nervioso pululando continuamente entre pensamientos igual de activos.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora