Capítulo II: ❝Oaspetele❞

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El silencio decoraba el interior de la carroza, así como los rayos del Sol brillaban sobre la estructura de esta. Una tarde magnífica sin duda, en cuanto a estética, pero el asunto central sería que tan magnífica sería a fin de cuentas, cuando el verdadero propósito para la que sería destinada, finalmente se diera.

Daniela jugaba con sus manos, mientras dibujaba una extensa sonrisa infantil en su rostro, y dedicaba su atenta mirada a las ventanas del carruaje; observando atentamente los alrededores.

Cassandra jugaba con su cabello, y mantenía una expresión seria, mientras volvía a perderse en sus más profundos pensamientos. El rebotar de las ruedas del coche, mientras este se movía a lo largo del sendero, casi la arrullaba como una cuna meciendo a un bebé. Bostezaba algo somnolienta.

Bela en cambio, era un intermedio entre sus hermanas. No estaba tan eufórica como Daniela, ni tan serena como Cassandra. Ella mantenía la vista fijada en los alrededores, pero su cabeza era una mezcla de pensamientos auto-destructivos, e inseguridades respecto a su figura.

¿Qué pasaría si Lady Beneviento se ofendía, porque su invitada llevara de escolta a sus hermanas?; ¿lo tomaría como una falta de respeto hacia su bondad demostrada, y la confianza que le había dejado tener?

Y en caso de que no le molestara, ¿cómo se comportarían sus hermanas, si vieran que Bela no solo iba a disculparse, sino que traía otra intención que ni a ellas ni a su madre les había dicho?; ¿qué dirían de pensar que Bela iba a una propiedad ajena, a bailar con la dueña de esta?

Claro, si llegaba a comprar el silencio de ambas, ¿qué opinaría Lady Beneviento respecto a Bela?, después de todo, jamás supo qué visión tuvo de ella, fueron simplemente suposiciones, respecto a la primera impresión que se dieron la una a la otra.

¿Y si consideraba que Bela era una desvergonzada, por ir a su casa a bailar? Quizás no lo había dicho en la carta de contestación, por simples modales, o por haberlo olvidado poner.

¿Y si Beneviento creía que Bela bailaba mal?; ¿qué era solo un sucio enjambre de moscas carroñeras?; ¿que ni siquiera merecía tener a una jerarca como madre?; ¿que sus hermanas eran mil veces más lindas o mejores que ella?

No lo toleraría. Nada de eso lo toleraría sin lugar a dudas, y fue la simple acción de carcomerse entre pensamientos, lo que marcó por primera vez miedo en su mirada. Cassandra notaba ese miedo característico de una presa, en el ambiente; Daniela sin embargo, fue la que advirtió a las demás con euforia, el final del recorrido.

─¡Llegamos!─.

El carruaje se detuvo, y las tres hermanas miraron por la misma ventana; la única que daba hacia la parte frontal de los terrenos Beneviento.

─Vaya... un cementerio─ comentó Cassandra, rompiendo el silencio luego de unos minutos de solo observar ─No sé si podría haber peor augurio que este, Bela─.

─Mira las flores que hay sobre el techo de la casa, y en los alrededores─ replicó la rubia.

─¡¿Un cementerio y un jardín?!─ Daniela mostró asombro e ingenuidad en su expresión ─¡¿Por qué mamá no la contrata como decoradora?, es lo mejor que he visto en mi corta vida!─.

─Por favor, Daniela, compórtate─ reprendió Cassandra.

─¡Oh, vamos!, admite que es increíble el toque del jardín de tumbas. Sobretodo para ti, reina de la amargura─.

─Nunca dije que estuviese mal, simplemente lo considero una advertencia. Deberías hacerlo, si también te tomas la molestia de recordar que entraremos a esa casa, y hablaremos con una extraña─.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Where stories live. Discover now