Capítulo IX: ❝La ușa mea❞

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Rápidamente el panorama cambió, ni bien las jóvenes abrieron los ojos. Daniela parecía haber sido la última, por lo que Bela notó al ver la cama que a los pies de la suya se hallaba. La mencionada se rebullía entre las sábanas y bostezaba, mientras su cabello castaño y enredado, estropeaba su respiración regular, volviéndola algo cortante.

─¿Cómo estás?─ la rubia interrogó, luego de darle unos segundos a la contraria, para que procesase donde se hallaba ─¿Te sientes bien?─.

─Oh... Bela, aquí estás. Creí que...─ la castaña tomó impulso con sus brazos y codos, para poder sentarse, y voltear a ver la cama que se hallaba opuesta a la suya ─Creí que te había... perdido─.

─¿Creíste que morí en la nieve?─.

─N-no, creí que yo había muerto, y que no te volvería a ver─ la castaña frotó sus ojos e intentó mantener la compostura. No estaba de ánimos para ponerse a llorar ─Me alegra que estés aquí, zorra devora halcones─.

─Yo también me alegro de que estés bien. Creí que dormirías otras dos horas más─.

─Uh... ¿estás despierta desde hace dos horas?─.

─Sí. El ruido de un trueno me despertó, pero... la tormenta acabó. Fue bastante llevadera contrario a otras. Incluso Donna se extrañó del cambio climático─.

─¿Donna?... Espera, ¿ella entró a la habitación?─.

─Sí, es su casa. Tiene derecho a entrar a donde quiera, y a ver cómo estamos. Me dijo que a lo mejor despertarías un poco más tarde, puesto que al haber tenido más contacto con el frío ayer en la noche, tu cuerpo necesitaría reponer más energía─.

─Espera, espera... Seguimos en la Casa Beneviento, ¡¿y casi morimos ayer?!─.

─Por supuesto. Angie me contó que ella y Donna nos ayudaron a entrar, y que poco después de sentir el choque de calor que había en la casa, nos desplomamos sobre el suelo. Nos dieron esta habitación, y también algunas atenciones─.

─Lo dices con tanta naturalidad. Para mi es raro despertar en la casa de otro jerarca, ¿para ti no?─.

─Por supuesto─.

─¿Entonces?─.

─¿Entonces qué?, yo desperté hace dos horas, y tuve bastante tiempo para procesarlo─.

─Oh, cierto. ¡Mierda!, ¿y las canastas con postres que hicimos y eso?, ¿qué pasó?, no se echaron a perder, ¿cierto?─.

─Angie vino una hora después de que desperté, a decirme que a ella y a Donna les encantó el detalle, pero no comerían ni beberían nada, hasta que nosotras nos repusiéramos. Quiere que desayunemos juntas─.

─¡Oh, qué emoción!, ahora siento lo que siente mamá cuando es invitada por Madre Miranda a alguna comida o algo. ¡Me siento importante!─.

─Vamos, tontita. Cámbiate, te esperaré en la sala─.

─¿Ya estás vestida?─.

─Pues, sí─.

─Maldita seas, Bela. Déjame al menos cinco minutos de tregua para alcanzarte. Me estoy perdiendo de todo lo que sucedió─.

─No es mucho, pasamos toda la noche durmiendo, y gran parte de la mañana. Madre seguramente...─.

─¡Bueno ya, fuera!, me tengo que cambiar─.

─Ugh... apúrate, Daniela. No tengo todo el día─.

─¡Dímelo a mi que me perdí la mayoría de los chismes!─.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Where stories live. Discover now