Capítulo XXI: ❝Ploaie❞

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El clima. Cuanto odiaba Bela al clima; siempre estando en su contra, y nunca dispuesto a no arruinar tempranamente el día para su disfrute. La lluvia, sí, nuevamente la lluvia opacaba entre nubes grises, la preciosa vista exterior de la mansión. Todo el jardín estaba siendo regado por las gotas de agua fría, que escupía con furia el cielo.

Donna cerraba las ventanas y hacía nudos con las cortinas, para que al menos algo de luz entrase a la sala principal de la casa. Mientras tanto, Angie entraba por la puerta con un par de objetos en las manos, y Donna nuevamente salía sin absoluta preocupación, para recoger lo que quedó en la mesa del jardín.

Bela no pensaba quedarse inmóvil mientras sus dos anfitrionas hacían todo el trabajo, por lo que comenzó a armar improvisadamente la mesa de la sala. Mientras Angie traía las cosas del jardín con ayuda de la ventrílocua, Bela las tomaba y las colocaba sobre una pequeña mesa, que arrastró desde un rincón hasta ponerla más cerca de una ventana.

A veces se sentía buena invitada, y a veces solo una molestia como lo eran sus hermanas cuando no se comportaban.

Se preguntaba qué estarían haciendo ellas cuando no estaba presente en el castillo. Y tenía buenas razones para hacerlo. Si hacían un desastre era muy probable que Daniela zafase de ello, y Bela debería ayudar a Cassandra a limpiarlo en caso de que su suerte no fuese a peor, y fuesen ambas las causantes de un castigo verdadero.

A veces las extrañaba cuando pasaba tiempo con Donna, pero lo cierto es que, prefería mil veces estar en la Casa Beneviento que en el castillo, cuando su día comenzaba de forma agotadora. Al menos frente a Donna, podía darse la libertad de ser menos controladora y atenta a errores ajenos. Bela ya no sería una especie de niñera, simplemente sería la visita de una muy agradable anfitriona.

Donna le daba paz.

Donna le daba tiempo para respirar.

Donna le daba ánimos para no dejarse amargar.

Donna era un refugio, y la quería en verdad.

Por más que se cuestionase repetidas veces, el porqué se permitió sentir afecto por una persona con tanta libertad. Debería sentir desconfianza o miedo ante Donna, pero no podía. Simplemente no podía. Porque fuese intimidante o no, Donna le daba otra sensación de hogar, que en el castillo no siempre podía tener.

Un hogar especialmente para ella y Angie, y nadie más.

─Maldito pueblo y su clima de mierda. Siempre arruinando todo─ Angie cruzó la puerta trayendo los últimos frascos de mermelada, y aprovechando a que Donna no estaba presente para hablar con mayor libertad ante su invitada ─Si pudiese empezar un genocidio contra este jodido clima, definitivamente lo haría─.

─Somos dos, querida─ Bela le sonrió a la muñeca, y esta dejó escapar una pequeña risita de complicidad.

─Espero tu hermana no se empape allí afuera. La vi sentada sobre las ramas de unos árboles, mientras comía algo y sin despegar los ojos de nosotras─.

─Daniela siempre está mojada. No hay necesidad de una lluvia presente─ Bela miró a la muñeca, y esta pareció no captar la gracia en su insinuación, así que prosiguió colocando cosas sobre la mesa.

─¿Esto es todo?─ Angie dirigió la vista a la puerta; interrogando a Donna, quien finalmente la cerraba con toda la calma del mundo mientras su vestido escurría agua.

─Sí─.

─¿Ves?, Donna también está mojada─ Angie miró a Bela dejando escapar una risa, y la rubia en cambio, sonrió estando segura de que la muñeca no tenía pensado transmitir insinuación alguna.

Dansuri Macabre • 〚 ᴮᵉˡᵃᵈᵒⁿⁿᵃ 〛Where stories live. Discover now