「 12: Pırαtαs pt. 3 」

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Aclaración: [AU siglo VI]

Número de palabras: 1993

Narrado en: Tercera persona

Advertencia: Ninguna

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Piratas, parte tres:


Mientras más verduras echaba al recipiente, más espesa y burbujeante se volvía la mezcla delante de ella.

El aroma que soltaba su estofado no era algo que podría describirse como agradable, pero pasaba desapercibido.

La joven pensaba en el rencor que ya le guardaba al que era, —de alguna forma—, su salvador, teniendo en mente un plan para cuando nadie en ese barco pueda seguir navegando y tenga que huir. Ciertamente, le parecía fácil, y le entusiasmaba de alguna forma pensar en su libertad.

______ terminó con todos los vegetales que encontró y pronto comenzó a servir en los respectivos platos. Sirvió una porción más grande al capitán.

Oportunamente la puerta se abrió, revelando la silueta del mismo marino que la había encerrado, diciéndole que el tiempo establecido por el capitán se había cumplido. La chica no dijo ni reprochó nada al respecto, al contrario, se mostró jovial, siguiendo al tripulante hasta el despacho del caudillo, con el plato grande en manos.

Un toque. Toc toc.

Otro toque. Toc toc.

La puerta fue abierta por el hombre de cabello negro, y la invitó —con gesto enfadoso— a pasar para que le mostrase su platillo.

Simultáneamente, los demás platos también eran entregados al resto de la tripulación.

—He sido muy generoso con el tiempo que te di —habló el hombre —. Lo menos que espero es una comida decente.

______ no respondió. Colocó con cuidado el tazón en un buró cercano a las ventanas, usado por el capitán como comedor. Al acercarse, la joven notó el cielo nublado e intuyó la bravía tormenta que se aproximaba.

—Si es todo, me retiro —mencionó sosegada, cerrando la puerta tras de sí. Sin alcanzar a oír el «no necesito tu presencia aquí» del caudillo.

No podía evitar que sus labios gritaran una sonrisa malévola, que se agrandó más, al ver a los marinos probar de aquel estofado. Quizá lo único que se lamentó fue que Arlet también estaba degustando la comida malintencionada.

Se dirigió a la cocina.

______ no tuvo que esperar mucho, cuando el revuelo de afuera le hizo retomar la ensanchada sonrisa de su travesura.

¡Ah!

¡Qué asquerosidad!

¡Mi estómago!

¡Necesito ir al baño!

Y más expresiones del tipo endulzaron los oídos de ______, cuando la que más esperaba, resaltó entre las demás, por el sonido de la puerta azotándose que le acompañaba.

—¿¡DÓNDE ESTÁ ESA MOCOSA!?

Ella supo que era hora de poner en marcha su plan de escape. Lo había repasado durante su tiempo en la cocina. Usaría el bote de emergencia en la parte trasera del barco, llevando consigo unos cuántos de los nuevos vegetales que no le habían permitido tocar.
Alistó todo, escondiéndo el saco con sus provisiones detrás de un barril, para tomarlo fácilmente cuando tuviera que salir corriendo.

𝗢𝗻𝗲 𝗦𝗵𝗼𝘁𝘀 || 𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧Where stories live. Discover now