Draco Malfoy siempre ha sido conocido como un Slytherin ambicioso, pero nunca contó con tener el completo mando sobre el mundo mágico, hasta que Lord Voldemort muere después de destruir a cada miembro de la Órden de Fénix, dejando el mundo mágico en...
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Se sentía llena en todos los sentidos. Estaba feliz, contenta, sentía que estaba caminando sobre las nubes.
«Entonces apareciste tú, Em... y me di cuenta que merecías saber todo sobre mi y que podíacompartir mi corazón contigo».
Suspiró y cerró los ojos. Sus manos palmeando el lugar a su lado, dándose cuenta que no había otro cuerpo junto a ella.
Abrió los ojos de golpe y giró hacia la izquierda solo para comprobar que Draco no había amanecido a su lado. Sin embargo, un corto pergamino permanecía sobre la almohada.
La cogió en su pequeña mano y antes de leerla, la acercó a su nariz para olisquearla: romero y perfume masculino.
Entonces leyó las siguientes palabras:
Tuve que salir, pero regresaré más tarde para hablar sobre algunas cosas importantes.
Te he dejado equipaje y algunos regalos. Espero y te gusten.
Me he vuelto un adicto a ti incluso antes de probar tus labios, mi pequeña Onsra
Gracias.
D.M.
Ella volvió a dejar el pergamino sobre la almohada, el aroma filtrándose por sus fosas nasales y penetrando sus pulmones.
«Entonces hazme el amor».
Humedeció sus labios, recordando todo lo que habían hecho la noche anterior; su mano recorrió su costado —aún desnudó— hasta bajar hacia su zona íntima. Sintió un dolor punzante y un ardor recorriendo su zona íntima.
«Porque soy devoto a ti y eres mi adoración».
Frotó su clitoris en círculos con lentitud, disparando el placer por todo su cuerpo. Se sentía tan bien, tan exquisito, pero nada como tenerlo a él, al príncipe oscuro, en su interior.
«¿Aún estás caliente, Em?», la voz de Draco se hizo presente en su mente, tal como lo había hecho cuando se encontraba en la casa de Potter.
Sus movimientos se hicieron más rápidos, arqueó las caderas y metió un dedo en su interior, metiéndolo y sacándolo repetidamente.
«Tan mojada y solo has estado pensando en mi. Como me encantaría estar allí para meterme entre tus piernas y lamerte de arriba a abajo una y otra vez, hasta llevarte a la inconsciencia».