Capítulo 25

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Las ganas de reírme en este preciso momento, me hacían doler la barriga. Ver a Jeffrey por primera vez en todo este tiempo nervioso por algo era algo de gracia.

—¿Y bien por qué quieres estar con Emmely?—pregunto mi padre, sentándose frente a él.

Tomé un sorbo del jugo de limón que me había dado Chloe, sonriendo.

—Ejem.. pues tengo muchas...—paso sus manos por su pantalón—Tengo muchas razones, Ely.. es una persona increíble con unos sentimientos extraordinarios, y..

—No me convence, no me estás diciendo nada que ya no sepa chico—lo miró y luego a mí para sonreírme.

—Quiero estar con ella, por su manera de ver la vida, y de hacerme verla a mí—dijo mirándome—Nunca llegue a querer centrarme en algo, hasta que ella llegó a mi vida, y sinceramente no quiero dejar pasar mi vida sin la chica de la que he estado enamorado desde aquella vez en Seattle a los once.

Mi padre casi escupió el jugó al igual que yo por haber escuchado eso.

—¿Tú? ¿Eres ese chiquillo del mirador?

Él chico asintió.

—Cariño...—chloe paso su mano por su hombro—¿Deberíamos dejar a los chicos hablar no crees?

—No creo que tengan más que hablar, creo que puedo estar presente ¿O no emmely?

—Ejem pues...

La miré en busca de ayuda—¿No debemos hacer el pastel de Emmy? Dijiste que me ayudarías.

Él me miró a mí, negando—No, soy un desastre prefiero...

—¡Emilio!

—Bien voy—señalo a Jeffrey y se levantó—Nada de cosas indebidas.

Gire mis ojos y me levanté.

—Algún día moriré por las miradas de tu padre.

Sonreí—Solo por ahora, le caerás mejor.

Él hizo una mueca dudando tal cosa.

Tomé su mano y subí las escaleras hasta mi habitación. Todo estaba exactamente como lo había dejado. En un completo desastre. Mi cama aún desordenada y el escritorio lleno de papeles.

—Tal como la recordaba—se río.

Intenté tomar los apuntes y guardarlos antes de que él los tomara pero fue tarde.

—¿Qué es?

—Solo apuntes de la preparatoria—dije.

—No recuerdo tener una tarea de literatura, ¿Que libro es?—ojeo una de las páginas.

—Solo uno que empecé hace poco, no recuerdo su nombre.

Sonrió al leer—"Su mirada podía leerme, o quizás comenzaba a hacerlo. Después de todo, había empezado a ser la única persona sobre la faz de la tierra con la que podía demostrar una pequeña parte de lo que realmente era. Nunca había tenido un prototipo de chico ideal, nunca fui de las chicas que soñaban con el príncipe azul, nunca quise que alguien me rescatara; tampoco creí necesitarlo. Hasta que sus ojos azules se cruzaron con los míos, creando un sinfín de escenarios en donde el protagonista era él, me sentía tan diminuta a su lado, que irónicamente, necesitaba tenerlo a mi lado para salvarme".

Desvíe mi mirada, nunca nadie había leído eso, y menos en voz alta. Era el libro favorito de mamá, fue una de las pocas cosas que pude conservar luego del accidente, o de las pocas que quise dejar para recordarla.

Más allá de la atracciónWhere stories live. Discover now