❂ capítulo veintinueve ❂

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Maratón 100k • 4/4




✧・゚: *✧・゚:*  dedicado a Olivia   *:・゚✧*:・゚✧




JAEKHAR



Cuando era un niño, Frareh le contó que una vez cayó de su dragón.

Parecía que el mundo se había congelado. Mi dragón estaba lejos y yo ya no podía alcanzarlo. Fue casi como si ahora fuera yo el que pudiera volar... hasta que comencé a caer.

Jaekhar les había contado a todos esa historia, no importaba cuantas veces los demás la habían escuchado, siempre se emocionaba como la primera vez; gesticulaba con los brazos bien abiertos, usando sus manos para representar a su padre cayendo de su montura, un enorme dragón blanco con toques dorados. Reikon era la criatura más grande de Goré, era el dragón de Kargem. El verdadero Rey del Cielo.

Frareh había sobrevivido, claro. Había sido salvado al último momento y luego había saltado de vuelta al lomo de Reikon para seguir peleando.

Jaekhar se sabía todas esas historias al derecho y al revés, siempre quiso vivirlas o rezar porque algo tan magnífico también le sucediera a él. Claro que no pensaba eso en el momento en que cayó por un risco a la mitad de la nada, muy, muy lejos de casa.

Fue consciente de pocos factores por los breves segundos que duró su caída.

Primero; el enorme cielo estaba completamente estrellado y la brisa de la noche removió su cabello mientras se aproximaba al suelo. Segundo; su cuerpo le dolía, como si hubiera recibido mil golpes en cada parte. Tercero; no veía a la bruja por ninguna parte.

Oh, por La Luz.

—¡Zee-

Antes de que pudiera terminar de gritar, su boca se llenó, algo lo envolvió y todo su cuerpo pareció volverse pesado. Todo se volvió negro, verdaderamente negro. Jaekhar pensó que las sombras lo habían estado esperando al final de su caída de no ser por una brillante luz que venía debajo de él.

La espada, irradiando una incandescente luz, se alejaba de él a través de una bruma de burbujas. Jaekhar intentó alcanzarla, pero casi parecía imposible moverse. Iba a tomar aire, pero claro, no había caído en el vacío, estaba sumergido en agua.

Estaba completamente exhausto, pero tal vez fue Lukya quien le dio la fuerza para nadar a la superficie. Jaekhar emergió, boqueando por aire, extendiendo sus brazos para ayudarse a flotar mientras tiraba su cabeza hacia atrás para apartar su cabello mojado.

Estaba en un río franqueado por dos grandes riscos que perdían altura pocos metros más allá. A su espalda, escuchó a la distancia el ruido de una cascada. Intentó ubicarse, pero claro, sus conocimientos geográficos de Nivhas eran casi nulos. Pero..., claro:

—¡Zeerah! —gritó con la voz ronca, girando su cabeza en todas direcciones. Había un montón de piedras que emergían del río, pero la corriente no era tan brusca como para habérsela llevado lejos. Tendría que estar cerca—. ¡Zeerah!

Drakhan NeéWhere stories live. Discover now