❂ capítulo ocho ❂

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JAEKHAR





Iba a vomitar, estaba a punto de hacerlo, otra vez.

Él era un príncipe temerario que montaba un enorme dragón negro, experto en el combate con espada, heredero al imperio más poderoso conocido por el hombre... pero, extrañamente, sentía náuseas en alta mar.

El brillante Jaekhar Akgon se tornaba verde cada que el barco se movía a través de una ola particularmente alta, cuando se asomaba por encima de la madera y notaba la vasta plenitud del mar azul a su alrededor. Perdidos, moviéndose a través del mundo durante horas mientras no parecían llegar a ningún lado. Y luego, estaban las gaviotas. Se burlaban de él, estaba seguro. Había una, en particular, que llevaba una hora volando en círculos sobre su cabeza; si Riskhar estuviera ahí, la habría convertido en cenizas en la mitad de un segundo.

Jaekhar fulminó a la gaviota.

Entonces sintió que el barco daba una fuerte sacudida y el contenido de estómago entero amenazó con regresarle por la garganta mientras él se aferraba con su vida entera a los tablones de la popa, empezando los primeros versos de una antigua plegaria que su padre le había enseñado cuando era un niño, porque moriría ahí, en ese barco, en ese día, porque no había manera de que el sobreviviera a tan extremo viaje y sus ancestros los recibirían con respeto en el Otro Mundo porque-

—Esto debe de ser una broma, ¿verdad?

Jaekhar alzó la mirada bicolor a través de una mueca por la luz, intentando enfocar a la figura que se erguía frente a él con los brazos cruzados. Su delgada silueta se remarcaba a través del cielo gris con una fina línea de plata; Daerys tenía una ceja enarcada, sus labios formando casi una mueca de asco mientras lo juzgaba en silencio.

—¿Qué? —soltó él mientras levantaba el mentón y lo encaraba con toda la estabilidad que podía. Habría hecho una buena actuación de no ser porque el barco se removió de nuevo y una arcada le recorrió el cuerpo entero. Su piel volvió a tornarse verdosa.

—Estás siendo demasiado dramático —comentó el príncipe despreocupadamente mientras se acercaba a su hermano, agachándose para tomar asiento a su lado—, el barco ni siquiera se está moviendo tanto.

—La mitad de la tripulación está controlando las velas porque dicen que se acerca una tormenta —exclamó Jaekhar mientras miraba a su hermano con los ojos muy abiertos.

—Llegaremos antes de que eso suceda.

—¿Estás seguro, hermanito? Porque recuerdo a nuestra tía contándonos un montón de historias sobre barcos y tormentas, todas eran de terror.

Daerys le restó importancia con un delicado movimiento de su mano.

—Sobreviviremos —dijo este mientras una oleada de viento, a través del cielo cada vez más oscuro por las nubes encapotadas, les removía el cabello blanco.

Jaekhar apegó las rodillas al pecho y tiro la cabeza entre ellas intentando enfocarse.

—¿Montas un dragón y de pronto le temes al mar?

—¡El mar es poderoso, Daerys!

—Sabes nadar ¿no es así? Solo es un poco de viento, frath.

—Puedo nadar, pero no contra olas de varios metros de altura y no a la mitad de la nada.

—No estamos a la mitad de la nada.

—Estamos lo bastante lejos de casa para que el sol no se vea a través de las nubes.

Drakhan NeéWhere stories live. Discover now