❂ capítulo veintiocho ❂

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Saltó de su caballo, alzando sus brazos para estirar su espalda mientras Zeerah lo contemplaba desde su yegua.

—¿No... te importa? —preguntó ella, se giró para verla.

—¿De qué hablas?

—De pasar la noche en el bosque. Digo, ¿no eres el príncipe del imperio más poderoso del mundo? ¿No le temes a los osos?

—Aquí no hay osos.

—¿Qué te dice que no los hay?

—Entonces —dijo alcanzando el pomo de su espada, sacándola de su funda, poniéndose en guardia, alzando sus cejas con una expresión socarrona—, veremos quién sale ganando.

Zeerah hizo una mueca ofendida.

—¡Eso es de bárbaros!

—¡Estaba bromeando! —respondió el príncipe, alzando las manos—. ¡Nunca le haría nada a un animal del bosque! En la tierra de mi Padre son sagrados ¿sabes? En Gélida suelen montar lobos.

—Lo sé. He leído sobre el Norte, sobre los lobos. Hay historias de hadas que-

—¿Más "historias de hadas"? —Jaekhar parecía burlón, pasando sus manos por la corteza de los árboles alrededor.

—Las hadas son criaturas poderosas, príncipe dragón, yo no me burlaría si fuera tú.

—¿No querrás decir "eran"? Porque bueno, lo único que alguna vez oí hablar de ellas, fue que existieron mucho tiempo antes de nosotros.

—¿Qué no te dice que simplemente se fueron? o se escondieron. Si yo fuera una criatura tan poderosa como el pueblo de los Fae, no me relacionaría con los humanos.

—Yo soy un humano y soy completamente increíble —murmuró Jaekhar, alzando las cejas. Zeerah rodó los ojos.

—Técnicamente tu poder tiene relación con los Fae y... no todos los humanos resisten el fuego.

—Bueno, tal vez yo sea parte hada, ¿no lo crees?

—Tal vez solo seas parte elfo —Jaekhar trató de notarse afectado por la risa que se mezcló en las palabras de la bruja mientras bajaba de su caballo sin soltar su rienda y comenzaba a caminar a su lado.

Él la miró; llevaba el cabello suelto, una lluvia de rizos negros cayendo descontrolados alrededor de su rostro, su piel morena brillando por los últimos rayos de sol y trató de hallar una similitud con las chicas de vuelta en casa, pero no tuvo éxito. Zeerah era tan lejana a todo lo que conocía, pero Jaekhar también descubrió que tampoco parecía pertenecer ahí. No del todo.

El cielo casi estaba oscuro por completo, los colores se habían difuminado a un azul oscuro, no del todo negro, que empezaba a revelar estrellas. Necesitarían fuego pronto. O alguna luz.

—Si estás pensando en utilizar tu poder, entonces que sea rápido. Nos quedan pocos minutos de luz solar.

—¿Vas a hacerme enojar de nuevo?

—No. Descubrimos que las emociones fuertes activan tu poder, pero tienes que mantener el control cuando lo usas. Así que esta es tu siguiente lección sobre la magia: concéntrate. Es tu poder, tú contrólalo.

—No sé cómo hacerlo.

—Llámalo.

—No-

—Cierra los ojos.

Jaekhar bufó, frunciendo el ceño. No le gustaba lo que no entendía, no le gustaba sentirse inútil. Pero hizo lo que Zeerah le pidió y trató de concentrarse, alejando el sonido de los pájaros en los árboles, de los caballos respirando a su costado.

Drakhan NeéWhere stories live. Discover now