35.

3K 309 8
                                    

La inevitable confrontación nos tenía a todos nerviosos, con los pelos de punta. Estaba tan alerta que cuando Thomas me abrazó por detrás casi le doy un golpe en la cara. Cuando me percaté de que era mi novio simplemente me relajé contra él y besé la comisura de sus labios.

—Buenos días. ¿Listo para hoy? —pregunté en un susurro tenso, intentando parecer calmado sin lograrlo del todo.

—Bueno, tengo que estarlo. "Hoy" está pasando, aunque no este listo. El tiempo no espera a nadie, ¿Verdad?

—No es momento para ponerse filosóficos.

Mucho menos existencialistas. Era momento de pensar en positivo, algo mucho más fácil de decir que de hacer.

—¿Los novios están listos o necesitan un poco más de tiempo a solas?

Preguntó Tae con una media sonrisa en el rostro, también se le daba fatal ocultar su ansiedad por toda la situación, por lo menos ocultármelo a mí.

—Listos... vamos a decir que estamos listos. Aunque no me molestaría más tiempo a solas.

—Más tarde, Hanlon. —murmuré contra su oreja, como una promesa que pretendía cumplir. —Ahora necesitamos enfocarnos.

—Yongmin nos espera en las gradas. Probablemente cree que Thomas estará solo. Solo espero que mi hermano no este con Alex y el resto de monos sin cerebro.

—Roguemos por eso.

Temblaba de anticipación unos minutos antes de encontrarnos con Yongmin. Afortunadamente nos lo encontramos en las gradas a él solito, sin matones dispuestos a ensuciarse las manos por él. Él mostró sorpresa al verme, pero no demasiada antes de quejarse.

—Tendría que haber sabido que no vendrías sin tu novia, Hanlon. Demasiado cobarde para eso.

Dios, no tiene nombre lo mucho que se me antojaba darle un buen golpe en la cara.

—Cinco segundos sin ser un patán. Sólo te pido eso.

No lo dije yo. Tampoco Thomas.

Tae vino con nosotros. Habíamos quedado en que intervendría solo en caso de absoluta necesidad, pero aparentemente no puede soportar que su hermano se burle de mi. Tiene sentido, por lo ferozmente fiel que es a sus amigos.

—Ah. Vinieron con otro mariquita más.

—No sé ni porqué vinimos. Es imposible razonar contigo. —Thomas lo dijo no como provocación o con enojo, sino con cierta tristeza en su mirada.

Resignación.

Estaba resignado a que Yongmin le dijera todo a su padre. Estaba aceptando el doloroso e inevitable destino de ser rechazado por la persona que más le importaba. Y me hervía la sangre de lo injusto que era.

—Por favor, no le digas nada al papá de Thomas. —fui directo al grano.

Odiaba suplicar frente a semejante asno, pero no veía otra opción.

—¿Por qué tendría que hacerte caso, Gley? Teníamos un arreglo con Hanlon, arreglo en el cual él no cumplió con su parte...

—¿Llamas "arreglo" al semejante chantaje que le hiciste para que dejara su puesto como capitán? —pregunté incrédulo. —Incluso si hubieras obtenido la puta capitanía, no te hubieras convertido en el líder de los Caballeros.

Entrecerró los ojos con enojo, y me miró como si por primera vez mi presencia hiciera alguna diferencia. Había dado en el clavo.

—Ah, ¿Crees que es tan fácil con esos chicos? No lo es, porque saben la definición de amistad y su lealtad está con Thomas. Jamás aceptarían seguirte ciegamente.

Dio unos pasos adelante, en mi dirección, yo estaba deseoso porque me tocara un solo cabello, así podría devolverle el golpe sin sentirme culpable. Probablemente él gane la pelea, siendo jugador de fútbol americano y todo eso, el doble de mi tamaño, pero tenía tantas ganas de golpearlo que valía la pena una paliza.

Pero para mi suerte o desgracia, se interpusieron en su camino Thomas y Tae, haciendo que se detuviera en seco.

—No puedes seguir así. —Tae lo miró con ojos suplicantes. —me avergüenza ser tu hermano.

Y eso debió dolerle, porque me dolió hasta a mí.

—¿Quién te pidió tu opinión, enano de jardín?

Estaba seguro de que no había sido indiferente a las palabras de Tae por lo débil que sonó la réplica y aquel patético intento de insulto.

—¿Podemos hablar en privado?

Preguntó Tae, su voz pasando de frustrada a amable, pero sin perder el cansancio. Mientras que yo me cuestionaba en silencio cómo es que tenía tanta paciencia para soportar las gilipolleces de su hermano. Pero, como dicen por ahí, la familia no se elige.

—No tenemos nada de que hablar.

Era como hablar con una mula, no habría otra respuesta que no fuera una patada. Había asumido mi derrota, y, mirando de reojo a Thomas, podía notar que él también.

—Pues a mi me parece que tenemos mucho de que hablar... no, yo tengo mucho que decir, y me vas a escuchar.

—Déjalo...

Pidió mi novio, queriendo evitar una disputa en vano y suponiendo que los esfuerzos por entrar en razón con Yongmin eran completamente inútiles. Sin embargo, Thomas no sabía que ya no se trataba de él, sino que iba más allá de una disputa entre compañeros de clase con intereses diferentes. Era una disputa familiar, y Hanlon y yo habíamos quedado en medio de fuego cruzado. Iba a indicarle de manera disimulada que nos marchásemos, pero Tae estalló antes de que pudiera hacer cualquier gesto.

—Estoy harto de ti. Estoy harto de que pases a todo el mundo por encima solo para obtener lo que quieres, estoy cansado de que maltrates a gente para sentirte mejor contigo mismo y estoy furioso porque sientes que mereces todo lo que pides solo porque tienes una especie de convicción errónea de que el mundo te lo debe. Nadie te debe nada, mierda, porque no eres una victima y nadie tiene la puta culpa de que nuestros padres sean idiotas.

Se me cortó la respiración. Noté que Thomas también se puso tenso, finalmente notando que estaba inmiscuido en un asunto que no le correspondía.

—Nosotros solo vamos a irnos...

Le di un golpecito a Hanlon en el antebrazo, callándolo.

—¿Qué sabrás tú? —Yongmin prácticamente le gruñó, agresivamente.

—¡Sé más de lo que crees y como te sientes porque, adivina, Yongmin, no importa lo mucho que quieras negarlo: soy tu hermano! Tenemos los mismos padres y soy una decepción para ellos también. Eso no es nuestra culpa, ellos tienen problemas, pero ya estas grandecito como para desquitarte con los demás por eso. Haz lo que quieras, pero si le dices al padre de Thomas esto habrás ganado una denuncia porque, por si no lo sabías, el chantaje es un delito y también habrás perdido un hermano. Tu verás, Minmin.

Minmin era un apodo cariñoso que pocas veces había escuchado utilizar a Tae con su hermano, esta vez fue pronunciado con cualquier cosa menos cariño. Algo triste, si me lo preguntan.

Tae salió de escena con un enojo que nunca había visto y Yongmin quedó en blanco por el arrebato de su usualmente pacífico, dulce y pasivo hermanito.

Thomas y yo comprendimos que no teníamos nada más que hacer en ese lugar y nos retiramos sin emitir palabra. Hubiera deseado quedarme unos instantes más, solo para ver si Yongmin se enojaba o lloraba, o gritaba, o algo que demostrara que le corría algo más que maldad por las venas, sangre, pasión, sentimientos, amor por su hermano, cualquier cosa.

Pero no pude quedarme y jamás sabré como reaccionó después del encuentro.  

Jugar, ganar y enamorarse |✔Où les histoires vivent. Découvrez maintenant