11.

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El día siguiente llegó mucho antes de lo esperado. Y con el, los recuerdos y las sorpresas.

El corazón se me hundió en el pecho cuando recordé haber follado con el capitán de los Caballeros. ¿Me arrepiento? Jamás, fue impresionante. ¿Temo por mi vida? Absolutamente.

Solo a mi se me puede ocurrir besar y hacer mucho más con un Caballero, y peor aún, con el Capitán de los Caballeros, el Capitán de los imbéciles y un engreído que tiene un poderoso padre homofóbico que utiliza sus influencias para intentar quitar derechos. Mierda.

Cuando observé el reloj (gracias a Dios amanecí en mi casa y vestido con un pijama al revés) ya estaba llegando tarde a clases, así que tuve que apresurarme o arriesgarme a quedar sin mi presente.

Apenas llegué, entré a clases y observé a Tae sentado con otra persona. Me extrañé un poco, pero cuando lo saludé y miró hacía otro lado recordé los términos en los que estábamos: Fiesta. Abandono. Si. Soy un idiota. Me mordí el labio y me senté en donde encontré lugar. Volteaba tanto a ver a Tae para poder mirar sus ojos y determinar el nivel de su enojo que el profesor casi me manda a dirección.

Una vez que terminó la clase —que duró una maldita eternidad— me apresuré a guardar con rapidez mis libros para alcanzar a Tae, quien ya estaba cruzando la puerta.

—¡Tae, alto! —llamé, aunque fue en vano.

Lo seguí y lo encontré apoyado en un casillero, hablando cómodamente con Jossie. Bueno, sería mejor disculparme con los dos de una buena vez.

—Ah, miren quién llegó. El chico popular. —dijo Tae cruzándose de brazos y mirando a otro lado, claramente resentido.

—Un gusto verlo de nuevo, señor abandono a mis amigos por deportistas descerebrados. —esta vez habló Joss, poniendo sus brazos como jarras y mirándome acusadoramente.

—¡No son descerebrados! —los defendí, sorprendiendo a mis amigos e incluso dándome una sorpresa a mí mismo. —Chicos... —respiré profundamente para calmarme y pensar en lo que iba a decir. —Lo siento.

Bueno, corto pero sincero. Dejé salir el aire de mis pulmones en un suspiro derrotado.

—Eres un tonto y te soportamos solo porque te queremos, pero vas a tener que compensarnos bien ese pésimo rato...

—Lo haré. —le digo a Jossie, tomando sus manos, intentando demostrar mi honestidad. —lo que digan. Jamás quise separarme de ustedes, pero no tengo excusa, los dejé solos cuando yo insistí para que vayan. Así que estoy en deuda...

Pude ver como su mirada dura se suavizaba a medida que seguía observando mis ojos y la verdad en ellos.

Después de escudriñar mi rostro en busca de arrepentimiento real, parece que lo encontró, porque sonrió muy ligeramente y dio unas palmaditas suaves en mi mejilla antes de pasar por mi costado.

—Bien, llegaré tarde si no me voy ahora, adiós chicos.

Sonreí, feliz de haber convencido a la más dura de mis amigos.

—Siempre se ablanda cuando se trata de ti. —prácticamente me gruñó Tae, aún mirando a un costado, parecía celoso, aunque suene ridículo, ya que Joss jamás tendría algo conmigo ni yo con ella.

—Es porque soy adorable.

Él puso los ojos en blanco. Me acerqué a él pero empezó a alejarse.

—Hey, vamos, ya convencí a la más lista para que me de una oportunidad, ¿mi mejor amigo no podría perdonarme también?

—No. —contestó reacio a siquiera mirarme. —Vete con tus amigos deportistas, si necesitas algo...

—Ninguno de ellos podrá reemplazar a mi hermano. —dije, deteniéndome a la mitad del pasillo y mirando intensamente su nuca. Finalmente, él también se detuvo para escuchar. —Ahora que te dije eso, ¿podrías dejar de estar enojado? Tengo un chisme que contar y me gustaría que mi mejor amigo sea el primero en escucharlo.

Jugar, ganar y enamorarse |✔Where stories live. Discover now