28.

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Las consecuencias de nuestra indiscreción pesaban sobre mis hombros y la culpa me golpeó como un tren de carga. Mientras más lo pensaba, más se hacía evidente que Thomas tenía mucho más que perder que yo, más de lo nunca entendería. Su reputación se vería afectada por algunos idiotas homofóbicos, podría tener problemas con las autoridades escolares por esa foto, podría perder su puesto de capitán en el equipo y aún más grave: el amor de su padre...

Arranqué de un tirón la foto con bronca y empecé a caminar deprisa, rezando porque la mala calidad de la impresión haya salvaguardado nuestras identidades, o al menos la de Thomas. Se hace claro, a medida que camino por los pasillos y la gente me ve, señala y se ríe, que saben exactamente que soy el de la foto. Nunca antes había recibido tanta atención.

Cuando llegué a mi casillero, había alrededor un montón de imágenes más pegadas ahí. Afortunadamente, mis amigos ya se estaban haciendo cargo de eso, al igual que los de Hanlon. Tae, Allegra, Marcus y Claude se ocupaban de deshacerse de las imágenes mientras que Petro, Jossie y Evan miraban con el ceño fruncido a cada estudiante demasiado curioso que intentaba acercarse para averiguar de que se trataba el alboroto.

Me acerqué a ellos lo más rápido que mis piernas me lo permitieron, y el ceño fruncido de Jossie se suavizó, dejó de gritarles a alumnos más jóvenes para acercarse a mí.

—Dios, es bueno verte Gley. Thomas, Leon y Steven están hablando con el director en este momento.

—Gracias Joss... Gracias a todos. Volveré enseguida y los ayudaré con esto. —prometí observando el desorden.

—Tranquilo amigo. —Tae me miró a los ojos, transmitiéndome una calma que necesitaba sentir. —Lo tenemos bajo control.

Asentí y, con el corazón en la garganta, casi fui corriendo hasta la oficina del director. En la puerta estaba esperándome Fred.

—Lo siento mucho Finn. —dijo, preocupado. —entra ya, parece que te necesitan ahí.

Tomé valor antes de tocar la puerta con una firmeza que no sentía. Mis traicioneras rodillas temblaban evidenciando mi nerviosismo. Cuando la puerta se abrió, sentí que iba a desmayarme.

Steven me abrió la puerta, despojado de su habitual postura relajada y sonrisa traviesa, por el contrario, sus hombros estaban tensos y sus labios fruncidos, sus ojos claramente gritaban que quería cometer un asesinato. ¿Alguien podía culparlo?

Agradecí rápidamente mientras me metía a la habitación con prisa, el director tenía lo que mi mamá llamaba "cara de circunstancias" mientras Thomas tenía las manos sobre el escritorio, sus puños apretados, pareciendo un toro enojado, siendo retenido por Leon, quien tenía una mano en el hombro de su amigo y que parecía estar más calmado en medio de esta crisis.

—Ah, señor Gley, el segundo implicado, por favor tome asiento. Estaba diciéndole al señor Hanlon que tenemos que comunicarnos con sus padres...

—Y yo le digo que podemos resolver esto sin necesidad de llegar a ello. —gruñó Thomas, golpeando el escritorio con la palma de su mano para afirmar su punto o descargar tensiones.

—No me falte el respeto, alumno.

—Entienda que esta un poco nervioso. —pidió Leon, buscando serenidad, actuar como la voz de la razón.

—Eso no es justificación para que actúe de ese modo.

Steven y Thomas se pusieron rojos de la ira, estaban a punto de explotar en maleficios. Pude entender su enojo e incluso yo mismo tenía un insulto venenoso en la punta de la lengua para el director de pacotilla, pero era necesario ser inteligente, no impulsivo.

Jugar, ganar y enamorarse |✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora