23.

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El día parecía estar yendo bien, la tensión entre mis dos mejores amigos estaba casi resuelta y las cosas eran como antes, bromeando y quejándose.

Pensé que sería una buena idea tener un almuerzo solo nosotros tres como en los viejos tiempos, pero el pensamiento duró apenas unos segundos antes de que llegaran Allegra, Claude y Fred. Al principio me sentí desanimado, pero después de unos minutos me di cuenta de que esto era incluso mejor que los viejos tiempos, por lo que la nostalgia no fue un problema.

—¿Podemos sentarnos aquí?

La conocida voz de Steven preguntó y volteé mi cabeza hacia un costado para verlo con una gran sonrisa.

—¿Podemos...? —Jossie entrecerró los ojos con sospecha.

—Si, los del equipo. Bueno, todos menos Yongmin y su grupito. Él es un idiota... —él miró a Tae. —Sin ofender.

—Descuida. La verdad no ofende. —Tae se encogió de hombros.

Nos quedamos en silencio, yo mismo demasiado impresionado como para decir nada. Decidí observar a cada uno de mis amigos para saber que pensaban: Allegra sonreía entusiasmada, sabía que ella no tendría problemas en aceptar a más gente en la mesa, pero no aceptaba por respeto a nuestros deseos. Fred sonreía tímidamente, tampoco se veía reacio a aceptar a los Caballeros. Tae se veía tranquilo y curioso, mientras que Jossie recelosa. Claude... su rostro casi me hizo estallar en una carcajada. Tenía la boca abierta de la sorpresa.

Steven se aclaró la garganta—¿Entonces...? ¿Podemos...?

—¡SI! Digo, si, eso sería fantástico.

Claude se apresuró a contestar incluso antes de que yo pudiera encontrar mi voz para hacerlo. Sus facciones pasaron de sorprendidas a entusiasmadas en poco tiempo, y tuve que advertirle con la mirada que se comportara con ellos.

—Increíble. —Steven miró a la mesa donde estaban los otros y les chifló antes de tomar asiento al lado de Jossie, quien arrugó ligeramente el entrecejo con desconfianza.

Quería tranquilizarla, decirle que esta no era ninguna de esas bromas estúpidas de las que antes éramos víctimas, ni era una nueva forma de acoso estudiantil, pero supe que sola ella misma se daría cuenta.

Todos tomaron asiento, Leon lo hizo de manera callada y un poco retraída al lado de Claude. Me sentí un poco mal por Leon, uno de los mas tímidos del grupo y estaba sentándose al lado del más pervertido de la mesa (solo compitiendo contra Steven). Otra vez, le pedí con la mirada a Claude que no actuara como cachorro en celo intentando montar la pierna de Leon, porque ya se veía muy entusiasmado con la sola presencia del jugador de fútbol americano a su lado. Por otro lado, Petro se sentó justo en frente de Allegra y al instante parecía cautivado, mientras Fred intentaba entablar una conversación con él en vano, sin notar la mirada de bobo enamorado que le estaba dirigiendo a la pelirroja. Tae, Marcus y Evan parecían estarse presentando cordialmente. Y Thomas...

Hanlon se sentó a mi lado, demasiado cerca para estar en la cafetería frente a todo el mundo. Tan cerca que podía sentir el calor de su pierna contra la mía, su muslo y su pantorrilla se pegaban a mi pierna de manera asfixiante y casi me puse duro por ese simple contacto.

Me obligué a mirarlo, con la misma advertencia en los ojos que cuando miré a Claude.

—Pórtate bien. —ordené entre dientes, susurrando y asegurándome de que nadie nos había escuchado.

—¿O qué? —murmuró mientras que ponía una mano en mi rodilla y la apretaba traviesamente. —¿Vas a castigarme?

No dejé que el tacto a través de la ropa me descolocara lo suficiente como para no contestar a la provocación.

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