Finn Gley es un joven abiertamente gay que se vio obligado a realizar una actividad extracurricular, y para su desafortunada conveniencia había un puesto vacante en el equipo de fútbol americano: Mantenimiento.
Así que si, debía comportarse como el...
Observé como sus ojos gritaban lo que ella no se atrevía a decir: Patético.
Bueno, si, que Thomas se engañe a sí mismo me pone triste. Demándame.
-¿Todavía estas deprimido porque tu pseudo novio decidió acostarse con esa chica...?
-No es mi novio. -aclaré.-Y no estoy deprimido. Solo... no me gusta. Tengo derecho a estar molesto.
-Lo que no entiendo es porqué no lo dejas. Dices que no es tu novio, pero estás soportando más de lo que cualquier pareja soportaría por quedarte con él. Me dijiste que no querías perder el maravilloso sexo, pero eso puedes conseguirlo en muchos otros lugares, así que...
-No intentes analizar esto, Jossie, no estoy de humor. -miré hacia un costado, no dispuesto a que note mi patético enamoramiento.
Aunque ya lo había hecho.
-¿Esperas que crea que estas con él solo por sexo? Él está siendo un cretino.
-¡Él tiene miedo! -defendí a Thomas, para mi espanto y sorpresa. -No sabés lo que está pasando por su cabeza...
-Quizás si me dijeras quién es podría ayudarlos.
-No. No puedo... solo se lo dije a Tae -ella pareció traicionada. -No me mires así. No es mi secreto para contar.
-Y sin embargo elegiste contárselo a Tae. - frunció el ceño.
-Lo siento... prometo decírtelo en algún momento.
Aún se veía triste y odiaba esa mirada en ella.
-Deberíamos hablar de otra cosa. -propuse. -no puedo seguir escuchando las mismas canciones una y otra vez como un maníaco.
Ella sonrió.
-Ya era hora de que entraras en razón, entonces... ¿tarde de películas?
-Si, eso me gustaría. Me gustaría mucho.
Acurrucarme y dejar ir mi mente hacia un mundo de acción o fantasía parecía una buena idea. Cualquier cosa que me distraiga de pensar en Hanlon con las manos puestas sobre Angélica.
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Sabía que esto iba a pasar, pero no esperaba tener que enfrentarlo tan pronto. El pánico apareció ligeramente para gritarme que no estaba listo.
-Hola. -empezó la conversación, sorprendentemente.
-Hola. -contesté consiguiendo mantener mi voz uniforme, afortunadamente.
Nos quedamos en silencio, ninguno hizo el amague de irse de allí, por más que las ganas de correr me hayan invadido desde que lo vi. Mordió su grueso labio inferior, incómodo, y me distrajo. Parecía que tenía algo para decir, pero luego cerró la boca como si se arrepintiera de ello luego de pensarlo mejor.
