30 | El colgante misterioso

15 3 0
                                    

30 | EL COLGANTE MISTERIOSO

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

30 | EL COLGANTE MISTERIOSO

Cuando Teodora salió aquella mañana a comer algo antes de partir, esperaba encontrarse de nuevo con Dylan. De alguna forma, al igual que con Ethan y Amira, sentía que debía estar a su lado en aquel proceso de adaptación a toda aquella nueva realidad. Sin embargo, en lugar de encontrarse con el nuevo supuestamente guardián, encontró a Elrond charlando con Aran mientras comían un pedazo de pan y un jugo de naranja.

—Hola, chicos. —Se sentó a su lado en el suelo, alrededor de la hoguera ya apagada. Aquello ya se había convertido en costumbre.

—Hola, guardiana. —Elrond la saludó animadamente. Parecía tener mejor aspecto.

—¿Qué tal habéis dormido? ¿Cómo estás de lo tuyo? —le preguntó Teo mientras se servía un poco de aquel jugo de naranja en un vaso.

—Mejor, para cuando lleguemos a Nogoth Hûb estaré en toda mi forma. —Le sonrió Elrond.

—Varion dice que si vamos a buen ritmo podríamos llegar hoy antes del anochecer. —Aran intervino y Teo suspiró.

—Eso espero, ya me siento un poco cansada de tanta travesía.

—Pues solo llevamos unas cuantas semanas —añadió Elrond—. No es por decaer los ánimos de buena mañana, pero creo que lo peor está por llegar, guardiana.

—Tú sí que sabes dar ánimos, ¿eh? —Rio y Elrond sonrió, encogiéndose de hombros levemente.

—¿Y Laila? ¿Cómo se encuentra? —preguntó Aran.

—Laila está perfectamente. —Una voz femenina habló a sus espaldas.

Cuando todos se giraron, vieron a Laila apoyada en Shaun y Amira, que la sostenían uno a cada lado. La elfa caminaba con dificultad, pero tenía mejor aspecto. Teodora miró a Shaun en busca de respuesta ante aquel acto temerario de su amiga, pero el elfo solamente se encogió de hombros sin dejar de sostener a la rubia.

—Laila, no deberías levantarte. —Le recordó Teodora.

—Estoy mejor, mis piernas me piden movimiento. Un poco de aire no me hará mal. —Laila pidió a Shaun y a Amira que la ayudaran a sentarse y así lo hicieron. Con sumo cuidado, la elfa se sentó frente a la guardiana y a los elfos acompañada de alguna que otra mueca de molestia—. Además, no puedo quedarme toda la vida postrada.

—Bueno, come algo. —Teodora le sirvió un vaso de zumo.

Todos siguieron comiendo mientras charlaban animadamente antes de partir de nuevo hasta que Ethan llegó apurado.

—¿Habéis visto a Dylan? —preguntó alarmado.

—¿No estaba contigo? —habló Amira.

—Sí, pero esta mañana cuando me he despertado no lo he encontrado.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraWhere stories live. Discover now