29 | Dylan

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29 | DYLAN

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29 | DYLAN

Habían pasado varios días desde la batalla en el Golfo y no había nuevas noticias sobre Owen y los suyos. Teodora no sabía que prefería: si encontrárselo seguido o confrontarlo de forma inesperada. Lo cierto era que ninguna de ambas opciones le parecía lo suficientemente aceptable.

Prefería no verlo más; ni a él ni a los suyos.

Con Ethan al frente del carruaje junto a Shaun, ahora las dos guardianas cuidaban de Laila, que reposaba tumbada en la parte de atrás cubierta del vehículo. Laila estaba mejor, pero aún no conseguía moverse y, aunque intentaba aparentar serenidad, el cansancio de su rostro era notable. Shaun, que había insistido en conducir los caballos, había sanado sus heridas en mayor parte, a excepción de la pierna que seguía cojeando levemente. A pesar de ello, insistió en su perfecta capacidad para seguir con normalidad. Elrond, por otro lado, seguía malherido. A diferencia de Laila, él podía moverse a pesar de hacerlo con dificultad. Aquella batalla les había supuesto muchas bajas y los hombres de Varion eran muchos menos, así como los centauros, sin contar con los que estaban lastimados.

Ante aquello, Teodora solo esperaba llegar a Nogoth Hûb lo antes posible.

—Teo, ¿podrías alcanzarme un poco de agua? —le preguntó Laila. Su voz todavía era débil.

—Sí, claro. —Teodora, que permanecía al lado de su amiga en todo momento junto a Amira, agarró una cantimplora con agua y se la acercó a la elfa. Laila quiso reincorporarse, pero hizo una mueca y Teo la recostó—. No te fuerces, debes guardar fuerzas. Toma —le dijo, acercándole el cuello del recipiente. Laila sorbió despacio hasta que no tuvo más sed y Teodora volvió a dejar a un lado la cantimplora.

—¿Cómo te sientes? —le preguntó esta vez Amira.

—Bien. —Sonrió con debilidad—. Pero estaría mucho mejor si pudiera al menos levantarme.

—Tom dice que sanarás pronto. —Le sonrió Teo con tal de animarla—. Solo tienes que tener un poco de fe y paciencia.

—Lo sé, pero creo que es mejor reservar la fe para otros asuntos, amiga —admitió la rubia, que volvió a sonreír débilmente.

Durante los días previos, Tom ayudó a tratar a los heridos, en especial a Laila y a Elrond, que necesitaban de costuras y tratamientos más complejos. El momento de coser las heridas fue bastante complicado y difícil de presenciar para Teo y también para Amira y Ethan que eran nuevos en todo aquello, pero de alguna forma iba a estar ahí para su amiga, agarrándola de la mano en todo momento. Aunque todos estaban más o menos graves, la situación de Laila era la más preocupante debido a la gravedad de sus heridas. Un poco más y no hubiera salido con vida de aquello, aunque los soldados de Varion tampoco quedaron atrás.

En mitad del traqueteo del carruaje, Teodora apoyó la espalda a un lado. Si bien habían avanzado su recorrido, también en los últimos días los ánimos habían caído en el grupo y la guardiana se encontraba cansada; el sentido de alarma no le permitía descansar bien por la noche. Y justo cuando cerró los ojos por un momento, empezó a sentir un calor sofocante sobre su pecho. Bajó la mirada hacia aquello que la estorbaba.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora