6 | Sororidad

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6 | SORORIDAD

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6 | SORORIDAD

Teodora llegó a una zona que le resultaba familiar: Lejre. Estaba a penas a unos cien metros del poblado cuando sintió de pronto un calor sofocante. Tenía la chaqueta empapada por la lluvia que azotaba con fuerza en el bosque en el que estuvo antes de cruzar el portal. Mientras se desabrigaba, se preguntó si ese cambio de clima radical era siempre así. Aunque reconocía el poblado, no supo ubicarse para volver a casa de Espe, así que se encaminó hacia el centro en busca de la única persona que sabía que era de su confianza: Tom.

Se adentró al interior de Lejre cuando reconoció su fallo: la forma de vestir de aquellas gentes era muy distinta a las que llevaban en el mundo humano. «Mierda», susurró para sí misma cuando observó que un grupo de personas, más bien elfos y otras criaturas, la observaban con atención.

—¿Teo? —Laila la había sorprendido, apareciendo a su lado. Teodora la recordaba de la vez anterior. La muchacha llevaba el cabello largo y dorado atado en una trenza e iba vestida con un vestido de algodón de color verde oliva que le llegaba hasta los tobillos con soltura en las faldas—. ¿Qué haces así vestida? —preguntó mirándola de arriba abajo con el ceño fruncido—. ¿Están Shaun y Espe por aquí? —Laila miraba ahora hacia ambos lados a su alrededor.

—Laila, no puedo hablar demasiado fuerte. —Susurró Teo hacia la elfo y Laila rio.

—¿Por qué? —preguntó riendo mientras la miraba con extrañeza—. Oye, estás muy rara, Teo.

—Bueno, es algo que no puedo explicar ahora mismo, pero necesito que...

—Oh, ¡por la Madre Tierra! —Laila se llevó una mano en la boca, haciendo que Teo se sobresaltara por su grito—. ¡Lo sabía! ¡Eres una...! —Teo le tapó la boca de inmediato, impidiéndole que continuara hablando.

—No lo digas en alto, por favor. Nadie puede saberlo, son órdenes. —Le susurró.

—Vale, vale, no lo diré a nadie. —Asintió la elfo y Teo se separó ligeramente de ella—. Pero en ese caso, será mejor que vayamos a otro lugar. —Miró a su alrededor—. Creo que estás llamando un poco la atención.

Y al mirar a su alrededor, Teodora vio a varias miradas sobre ella.

Laila la condujo al bosque, fuera del poblado donde no pudiera haber nadie. En Lejre era media mañana, así que la gente podía verlas con facilidad, pero la chica de cabellos dorados se las apañó para buscar un sitio en el que hablar tranquilamente. A las afueras de Lejre, la muchacha llevó a Teodora a una zona en la que había un par de troncos tumbados sobre el suelo y algunas rocas en las que poder sentarse.

—Así que... ¿Eres la próxima guardiana? —preguntó Laila en tono bajito mientras se sentaba en una de las rocas.

—Eso me temo... Pero necesito que me lleves de vuelta a Espe. Necesito entender mejor qué es esto de ser guardiana, el alma escogida, bla, bla, bla. —Teo entornó los ojos mientras hablaba.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraOnde as histórias ganham vida. Descobre agora