22 | Erulissë

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22 | ERULISSË

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22 | ERULISSË

Aquella madrugada, tras reunirse con Laila y el resto, Teodora y sus amigos emprendieron viaje hacia Dôr o Edhel, las tierras de los elfos y dónde se encontraba la Reina Erulissë y su enorme palacio. La guardiana no sabía qué esperar de aquello y su corazón se estremecía a cada paso que daba allí, en mitad de Lejre. Algunos de los habitantes del poblado habían acudido para despedirlos y para desearle suerte a la guardiana. «Que la Madre Tierra os proteja», les decían. Aquellas gentes que tan calurosamente la habían recibido, a excepción de algunos, se levantaron temprano expresamente para despedirse de la guardiana. En el ambiente se respiraba emoción, nerviosismo y también cierto miedo.

Como si supieran que algo estaba a punto de amenazar su equilibrio.

Tras un buen rato, ya habían dejado atrás las tierras de Lejre y ahora cruzaban por mitad del bosque, subidos en el carruaje de Shaun. Tras ellos, el carruaje de Elrond también los acompañaba. Teodora y Shaun se mantenían en silencio con el ruido del traqueteo de las ruedas sobre el suelo, acompañándolos como sintonía de fondo. La guardiana observaba el camino en silencio y giró su cabeza al ver una figura en la lejanía que se acercaba a trote rápido.

Era un animal; un caballo.

—Shaun, para —le dijo, agarrándole del antebrazo—. ¿Ese no es...?

Al girar la cabeza, Shaun agrandó los ojos.

—¡Spirit! —exclamó el elfo. Sus ojos adquirieron un brillo especial al verlo—. ¡No me lo puedo creer!

Shaun detuvo el carruaje y bajó de un salto con agilidad. La guardiana lo observó alejarse varios metros a paso calmado hacia el animal; el paso firme y decidido, sereno. El elfo se acercó a Spirit, que se detuvo bajo el tronco de un árbol a comer hierba. Se acercó con sumo cuidado y Teodora también bajó del carruaje mientras los observaba.

—Spirit, tranquilo chico —le dijo Shaun al animal, pero este volvió sus enormes y oscuros ojos al elfo, recibiendo las caricias de su amo con gusto: le reconocía. Spirit relinchó y Shaun le acarició, apoyando su cabeza en el morro del animal—. Buen chico.

Teodora se acercó mientras miraba la tierna imagen que se mostraba ante sus ojos. A diferencia de Shaun, era posible que el animal no le tuviera tanta confianza, así que se acercó con suma lentitud. En cuanto estuvo a centímetros del elfo, Teodora le acarició el lomo al caballo. Shaun la miró sonriente.

—No me puedo creer que lo hayamos encontrado —dijo con emoción. Sin dejar de acariciar el pelaje del animal, Teodora le sonrió. La estima que sentía Shaun por los animales se notaba a leguas distancia.

—Es un buen chico —añadió Teo y Shaun asintió, sonriente. Al voltear a ver el carruaje mientras el resto los observaban, el elfo frunció el ceño.

—Volver a atarlo sería un poco cruel, ¿no crees? —Teodora lo miró con el ceño fruncido.

—¿En qué estás pensando, Shaun Nemestri? —El elfo le dedicó una sonrisa traviesa.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora