9 | El ciclo de la vida

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9 | EL CICLO DE LA VIDA

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9 | EL CICLO DE LA VIDA

Todo estaba reducido a un ciclo. Cualquier elemento o incluso el más mínimo detalle tiene un ciclo de vida: las células, las plantas, los seres vivos... Todo lo que nace está destinado a morir. Si bien es cierto que una persona tiene la opción de mejorar e incluso cambiar su destino, ese no era el caso de Teodora.

La muerte era un destino común para todos.

Adaptarse a dicho ciclo de vida no era fácil, pero la dificultad para la joven guardiana era el doble. Según el Pacto, todo guardián o guardiana estaba destinado a morir en el momento en el que su sustituto pisa la firme tierra de Dôr o Gwaith para dar paso a una nueva guardia; una nueva vida. Enterarse de aquello después de la muerte de Espe, su antecesora guardiana, no fue fácil de asimilar para Teodora.

¿Cómo se supone que debía asumir, ahora, tal responsabilidad sin una guía que la ayudara?

—Teo. —La voz de Shaun interrumpió la tranquilidad de la guardiana, que mantenía los ojos cerrados tumbada sobre el verde prado que había frente a la casa.

Durante los días siguientes al fallecimiento de Espe, ninguno de los dos se había dirigido demasiado la palabra; fuera por el gran impacto emocional que les provocó el suceso o por la necesidad de aislamiento que sentía una persona cuando se enfrentaba a una pérdida como aquella. Pero Teo no podía abandonarlos. Ahora que ya era consciente y había asimilado todo aquello, sabía que debía llevar a cabo su responsabilidad.

Espe no podía haber muerto en vano.

Teodora abrió los ojos para encontrarse a Shaun, quien la miraba boca abajo. La cabeza del joven elfo en contraste con el cielo azul y soleado.

—¿Podrías venir un momento? Mi padre quiere que nos reunamos para hablar. —Shaun miró de un lado a otro de forma disimulada—. Mejor hacerlo dentro. —Teo asintió y se levantó del verde césped, sacudiéndose el vestido, para seguirlo al interior de la casa.

Allí también estaba Laila, que los había acompañado durante los días siguientes. Todo ser que habitaba aquellas tierras se había enterado de la muerte de la que era su guardiana, Espe, y eso creaba cierto ambiente de exasperación por saber quién sería la próxima guardia. Obviamente, nadie excepto los presentes sabía de la existencia de Teo.

Reunidos en el salón, frente a la chimenea, Nedhel empezó a hablar:

—Bueno, creo que llegados a este punto es hora de tener la conversación que Espe querría que tuviéramos. —Teodora levantó la vista hacia Nedhel, con cierto recelo por no haber sabido la verdad antes—. Teo... Hicimos lo que Espe creía que era mejor. —El anciano la miraba con empatía—. La transición de una guardiana a otra es algo delicado y en los tiempos en los que estamos...

—Nedhel, lo sé. —Todos miraron a la joven, que interrumpió al anciano—. Pero no puedo evitar sentir algo de rencor por no haberlo sabido antes. No es fácil para mí, yo... —Teodora empezó a notar un leve escozor en los ojos—. Yo no sé qué hacer ahora, ¿entiendes? —Se encogió de hombros, frustrada—. ¿Cómo se supone que debo asumir esta carga? —Shaun, por primera vez en muchos días, tuvo el gesto de ponerle una mano sobre la rodilla, rompiendo la barrera que los separaba mediante el contacto físico.

CRÓNICAS DE LA MADRE TIERRA I: Los mundos de TeodoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora