-Francisco y yo estábamos arreglando unas cosas de nuestro cuarto, no queríamos despertarlos y los trajimos aquí...- mentí, claro que no le iba a decir a mi hermano menor que acabo de acostarme con mi marido.

-Ah- fue todo lo que dijo. Francisco salió de la habitación vestido con su cabello alborotado. Se veía guapísimo, mordí mis labios inconcientemente.

-¿Cómo te fue con Regina?- Francisco le preguntó a mi hermano mientras caminaba hacia mí, tomó mi cintura y me abrazó con esa misma mano.

-Bien...- se sonrojó - ... ella está esperándome afuera...

-Dile que pase, no quiero que se resfríe- le dije preocupada.

-No, ya nos vamos...- entró a su cuarto y salió rápido, tenía dos bolsas consigo.

-¿A dónde van?- pregunté.

-A Rávena, nos casaremos allá- fue hacia mí y me abrazó -gracias por todo, Savannah- se separó de mí y se despidió de Francisco.

-A ver, espera un segundo, ¿ya se van a casar?- todavía no me creía nada de lo que escuchaba y pasaba.

-Sí, su madre se gastó todo el dinero que le di, ahora busca prostituirla de nuevo, discutí con ella y saqué a Regina de su casa, nos vamos antes de que ella le avisé a alguien más y la ayude a alejarla de mí...- contestó serio -Si me caso con ella cuanto antes, su madre la dejará de molestarla...

-Milo...- me acerqué para abrazarlo. Él no era el mismo de hace un año.

-Después nos abrazamos, Savannah- fue a la puerta -tengo que casarme con Regina, despídeme de padre. Gracias por todo, a los dos- cerró la puerta y, unos segundos después, se escuchó un caballo que corría a toda velocidad. Se alejó.

-No creí que Milo lo hiciera- comentó Francisco.

-Ni yo, es otro. Si me dijeran que es el Milo que creció conmigo, no lo creería...- sentí las manos de Francisco por mi espalda -Fran...- me puse roja y nerviosa.

-Te dije que te necesito, te advertí unos días antes de nuestra boda que quería más de ti...

-Fran, estamos en la sala, no podemos...- me interrumpió.

-No es la primera vez que lo haremos en la sala...- empezó a besar mi cuello mientras desataba  mi vestido -... Sé que te gusta ésto...- su besos bajaban a mi espalda. Me volteé para abrazarlo y besarlo; la pasión llegó pero fue interrumpida por la puerta.

-Savannah, hija, ya llegué. Abre la puerta, tiene llave- Mi papá estaba tocando la puerta. Francisco me soltó rápidamente, me volteó y acomodó mi vestido. Me reí. Esta escena pareciera a que el novio y la novia quisieran tener relaciones antes de la boda cuando están solos en casa, pero llega los padres de la novia y todo vuelve a la normalidad aparentemente, pero el novio y la novia están nerviosos.

-Allá voy, padre- dije en voz alta mientras Francisco me acomodaba el vestido. Terminó de hacerlo y plantó un beso en mi cuello, fui a la puerta y la abrí -Hola, Padre- dije.

-Hola, hija...- entró con su silla de ruedas -... Espero haberles dado tiempo suficiente para hacer sus cosas- me puse roja, sabía a qué se refería.

-No sé de qué cosas hablas, padre...- mentí.

-Claro que sabes, un hombre y su esposa no pueden vivir sin...- hizo una pausa, era muchísimo mas obvio a lo que se refería -... casi un mes- me puse más roja ante lo que dijo, vi a Fran y él estaba igual, rojo -bueno, y a todo esto, ¿dónde está Milo?

-Él se fue- contesté.

-¿Cómo que se fue?- mi padre estaba desconcertado.

-Sí, él y Regina escaparon de Roma- habló Francisco mientras se acercaba a nosotros -al parecer, la madre de Regina quería volver a prostituir a su hija para obtener más dinero, pero Milo se fue con ella para casarse en Rávena- Fran tomó mi mano con cariño, la acariciaba.

Diario de una CampesinaWhere stories live. Discover now