Antonio de Roma 2

198 17 3
                                    

Llegando las cuatro de la tarde de la siguiente fiesta, fui al lugar citado por Francisco, es decir, al bosque. Él estaba allí, se veía que llevaba poco tiempo esperándome. Llevaba su mismo traje blanco, nunca lo cambió desde que lo conocí, la única diferencia era que, por el frío de esta temporada, llevaba un abrigo de piel grueso de color negro, se veía muy cómoda. Por mi parte, traía un vestido largo café con un remiendo en la parte de abajo. También traía unas calcetas largas y oscuras por el frío y un pedazo de tela cubriéndome la espalda, la cual, amarré a mu cuello como si fuera una capa, me moría de frío pero tenía que acostumbrarme, así era la vida de nosostros, los campesinos.

-Hola, Su Alteza- lo saludé para después sentarme a su lado. Ni pude sentarme bien cuando una ráfaga de aire helado pasó por nosotros, crucé los brazos mientras pegaba mis piernas a mi cuerpo, la ropa de los campesinos no era tan gruesa como la de la familia Real.

-Hola- me guiñó el ojo izquierdo, le sonreí por el frío mientras que mis dientes temblaban, él lo notó. Me ofreció su abrigo de piel, no lo acepté porque era muy fino para alguien como yo, sin embargo, él me lo colocó sin mi autorización y la abrochó -Debes aceptar las cosas de tu casi esposo...- habló bromeando.

-¡Yaaaa!- le puse mis dos manos en mi cara tapándola -deja de decir y recordar esooo- me sonrojaba de vergüenza, esa era la razón de mi acción.

-¿Por qué?- sacó su risa burlona mientras tomaba mis manos alejándola de mi rostro, lo incliné un poco hacía abajo para que no vea mi expresión, pero aún así lo hizo -Dime, ¿qué se siente ser la casi prometida del Príncipe más guapo del mundo?- levantó su ceja izquierda mientras se acercaba mucho a mí, era juguetón.

-No sé, pregúntale a las amantes de Aldric- contesté burlándome de él. La verdad es que si las demás personas conocieran a Francisco, dirían que él es más apuesto que Aldric, el cual se dice que es el Príncipe más guapo que ha existido. Francisco, pese a tener casi 21 años, posee cualidades físicas inimaginables, todo lo que posee lo hace perfecto.

-Heriste mi orgullo, amada esposa, ¡me dejarás por mi hermano!- seguía en su papel de "Antonio de Roma" mientras dramatizada con sus manos. Yo solo me limitaba a reír, él río, pero se incorporó -Oye, hablando en serio, ¿qué vamos a hacer después? No puedo desposarte y fingir ser Antonio de Roma para siempre mientras mi padre me casa con alguna Princesa, tampoco podrás fingir ser Savannah, la esposa de Antonio, de por vida...- habló mostrando preocupación.

-Descuida, pasaran unos meses y Antonio se dará cuenta que Savannah no es el amor de su vida y ya. Asunto resuelto- dije mientras observaba las aguas cristalinas del río. La verdad es que había pensado en eso desde un inicio, no le tomé mucha importancia ni me preocupé por ello.

-Pero tu padre buscará un remplazo mío y, cuando eso suceda, te casarás y dejaremos de ser amigos...- seguía angustiado. Tomé, con una mano, su rostro.

-Así como tú, a tus 21 años te arreglarán una boda, te casarás casi a los seis meses después y dejaremos de vernos. Eso lo sabíamos desde un inicio...- lo miré fijamente a los ojos -... Por eso, quiero decirte desde ahora que eres un gran amigo y una gran persona, en las buenas y en las malas estás conmigo... eres un buen hombre, Fran, espero que no olvides nuestras reuniones y pláticas, espero que puedas cambiar el mundo como querías cuando éramos pequeños...-le sonreí.

-Para que pase eso, tendría que convertirme en Rey, y eso no pasará porque Aldric está encabezando la lista de herederos- contestó -pero aún así, trataré y haré lo mejor que pueda, Savannah- tomó mi mano mientras imitó mi sonrisa sincera.

Las siguientes horas nos la pasamos hablando y riendo, también le devolví sus dos monedas de cobre y le expliqué lo que pasó con la costurera. A decir verdad, las pocas veces que he sido feliz son los momentos cuando estoy con Francisco, él tiene mis mismos ideales y, aunque a veces peleamos por nuestros diferentes estilos de vida, se ha convertido en alguien especial para mí, es como mi hermano mayor. Sonó la primera trompeta de tres, estás avisaban que los Reyes y sus hijos se iban a retirar.

Diario de una CampesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora