Soldados

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Se cumplía un mes desde que empezaba a dar clases, los niños han estado aprendiendo demasiado y con mucha rapidez, pueden leer inclusive mejor que yo. En una semana cumpliré dos meses de estar casada con mi amado, Francisco, el cual tiene dos semanas trabajando en nuestra carpintería. Me gusta que es su propio jefe, trabaja cuando y como quiera.

-¿Enserio no quieres nada para el segundo mes?- preguntó mi esposo al saber que a mí no me importaba si hacíamos algo o no para celebrar nuestro segundo mes de casados.

-Con tal de estar a tu lado, estando en la casa o en otro lado, soy feliz. No me importan los lujos, lo sabes bien...- le contesté -... No me interesa nada, solo estar ahí para tí -los besé mientras estaba haciendo el desayuno.

Hace dos meses Francisco me propuso matrimonio en aquel lugar en la zona de la clase alta, él hizo posible que mi cumpleaños tenga otro significado. Cuando pienso en esa fecha, recuerdo a Francisco arrodillado frente a mi con el anillo de oro que traigo puesto, la muerte de mi madre también está, pero los recuerdos son menores. Hace dos meses, se suponía que Antonio de Roma se iría de Rávena para siempre porque Fran se iba a casar con Aurora, no se iba a llevar a Savannah a Roma y casarse con ella allá. A veces las cosas no salen como planeas, a veces eso es bueno, como en este caso.

-Entonces nos quedaremos en la cama todo el día- me abrazó con más firmeza, yo solo sonreí -te amo, ¿lo sabes, no?

-Claro que sí, cariño, si no, no me hubieras propuesto matrimonio- lo besé -terminaré de hacer el desayuno, mientras puedes acomodar los platos en la mesa- dije al ver qué quería ayudarme. Eso hizo. Tomó algunos platos y los puso en la mesa, tomó lo que terminé de cocinar y también lo llevó. Me senté en una silla, él se sentó frente a mí -gracias por ayudarme, amor- tomé su mano, como lo hacíamos cuando éramos amigos.

-¿Sabes algo?, me estoy dando cuenta que me tratabas mejor cuando pretendía ser tu pretendiente, ahora solo palabras y besos. Extraño que toques mi cara...- dijo de la nada mientras comíamos.

-¿Por qué dices eso?- pregunté con duda.

-Hasta antes de casarnos, eras más cariñosa conmigo. No digo que ahora no lo seas, pero lo eres en menor medida...- comió -... Sé que hay momentos en que me seduces y terminamos en la cama por tu culpa pero la mayoría de veces soy yo el culpable- me miró -¿Hice algo malo?- preguntó.

-¿Qué!- me asombré y me reí, nunca pensé que a Francisco le preocuparan esas cosas. Desde que éramos amigos, sabía que él ocultaba un lado suyo, ahora veo que es este. Me causó ternura su acción. Tomé sus mejillas -No hiciste nada, mi amor- dije con una sonrisa -eres lo mejor que me ha pasado- lo besé -puede que no te de cariño como antes, pero entiende que es porque cocino y limpio la casa. Hago trabajos en donde antes Amara me ayudaba, ahora soy solo yo. Es mucho, el único tiempo libre que tengo son dos horas después del desayuno, cuatro horas después de la comida y depende si quieres cenar o no, el tiempo que sobra se alarga o se acorta. Mis cariñoso y caricias te los doy cuando dormimos.

-¿Entonces no es porque me dejas de quererme con forme pasan los días?- preguntó asustado mientras le aplastaba sus cachetes, me reí y me levanté, caminé hacia él.

-¡Ay, no!- dije entre risas, separé la mesa que él hizo de él y me senté en sus piernas -cada día que pasa, me enamoro más de tí- lo abracé -puede que mi amor no lo expreso mucho con acciones, pero te amo, nunca olvides eso.- besé sus hermoso labios.

-Es que hay veces en las que me pongo a pensar y me doy cuenta que, por las acciones, pareciera que tú me quieres pero no me amas. Yo te quiero y te amo.

-Querer, amar, ¿qué diferencia hay?- le pregunté -bueno, hay una diferencia grande, eso lo sé, pero en nuestro caso, amar y querer va de la mano, ¿no crees?, si no te amara, no dejaría que me toques como lo estás tratando de hacer ahorita- se puso rojo.

Diario de una CampesinaWhere stories live. Discover now