-Dejaron de gustarme desde que estás en esta condición.

-Solo deja que te bese y ya, un piquito y me calmo, ¡solo eso necesito!- rogó.

-Está bien, solo un beso y ya- fui al él. Él tomó mi cara y besó mis labios tiernamente, como lo hacía siempre. Sentía su cabeza posar en mi hombro y dejó de moverse.

-Fran- le hablé pero no me hizo caso -Fran- lo moví pero él no reaccionaba -¿Fran?- tomé su cabeza y tenía los ojos cerrados. Estaba respirando, por lo que supuse que estaba durmiendo, sonreí de ternura. Me senté estirando las piernas y los pies, acosté a Francisco alado mío pero en horizontal, su cabeza la coloqué encima de mis piernas para que estuviera cómodo.

No había pasado ni una hora desde que nos reunimos, por lo que no le di importancia el hecho de que se durmiera. Estaba mirando el río mientras escuchaba los sonidos de los grillos y demás animales pequeños. Inconscientemente empecé a jugar con su cabello, le miré, se veía muy cómodo y un poco cansado. Sus labios estaban un poco abiertos, por lo que aproveché y le di un piquito. Me sorprendió que no se despertó. Pasando el tiempo, sentí cansancio y mis ojos empezaban a cerrarse. Me acosté frente Francisco y cerré los ojos.

-Savannah- sentí un movimiento. No le hice caso -Savannah- abrí los ojos lentamente con cara de molestia. Francisco estaba sentado y preocupado. Me senté alado de él. Estaba dormitada.

-¿Qué pasa?- dije mientras frotaba mis ojos, me quité las lagañas, creo que estaba despeinada.

-¿Qué pasó?, ¿qué hora es?- preguntó Francisco espantado y preocupado. Miré al cielo y tenía un tono amarillo leve. Iba a amanecer en menos de una hora.

-Luego hablamos de lo que pasó- me levanté -ahora te tienes que ir, va a amanecer- se iba a despedir de mí pero se lo impedí -¡No te despidas, vete!, estarás en problemas, ¡corre!- lo corrí del bosque, solo se despidió con la mano a lo lejos. Se fue y yo también. Fui a mi casa, tomé mi arco. Cazé animales, los vendí, cociné con la ayuda de Amara, llevé a pasear a mi padre al pueblo, etc. Hice mis labores del hogar. En la noche llegó Francisco, tenía la misma ropa de siempre, mi familia nunca le decía nada sobre ello. Le abrí la puerta

-¡Hola Antonio!- gritó mi hermana desde la mesa. Estaba poniendo los platos. Ella estaba encantada con el físico de Francisco, y no la culpo, es un hombre formido, alto y atractivo, y huele bien.

-Hola, Amara- la saludó. Él sabía todos los nombres de mi familiar hasta el de mi padre, pero por respeto, le decía señor -y hola a ti, labios hermosos- me besó tiernamente, como siempre.

-Hola- hablé al terminar de besarlo -¿Gustas pasar para cenar? Hice mucha comida con Amara.

-Claro, me gusta comer con ustedes, aunque solo hemos comido dos veces- caminó dentro de mi casa. Cerré la puerta, iba a caminar hacia la cocina pero Francisco tomó mi mano, lo ví -Te ayudo a servir los platos- besó la parte dorsal de mi mano y caminó conmigo a la cocina. A veces me extraña que él se comporte cariñoso conmigo, es decir, siempre lo ha sido pero solo nos limitábamos con abrazos, besos en la frente y palmadas en la cabeza, ahora él me besa los labios y la mano, además de tomarme de la cintura.

Fuimos a la cocina, serví los platos y él los acomodó en la mesa, también le pasé unos vasos y una jarra, los cuales también acomodó. Me senté en su lado derecho. Frente a nosotros estaba mi padre y Milo, quien desconfiaba de "Antonio", ya que no creía que su actuar era genuino. Amara estaba sentada alado de Francisco, en la silla que se encontraba en su lado izquierdo. Estábamos comiendo conejos asados, todo era paz y tranquilidad hasta que a mi padre se le ocurre preguntar algo.

-Antonio- Francisco le miró -como sabes, las bodas se acostumbran a llevarse acabo cinco o seis meses después del compromiso, sin embargo, me enteré que el mismo día en que se comprometieron, el Príncipe Francisco, el tercer hijo del Rey, se comprometió, por lo que el día se boda tendría que adelantarse una semana. ¿Qué piensas sobre eso?- preguntó mi padre levantando una ceja.

-Bueno- dijo mientras se limpiaba la boca y las mejillas para hablar. Mi padre esperaba su respuesta -En mi opinión, preferiría que se recorra una semana. Cómo usted comenta, también me enteré de eso, por lo que días, inclusive semanas antes, el Rey tendrá todos los lugares y sitios de interés matrimonial para su hijo y a nosotros no nos querrán recibir. Prefiero que se recorra mínimo una semana para que podamos conseguir las cosas de nuestra boda en esa semana que quedaría- comentó mientras ocultaba su enojo, no le gustaba hablar de su boda forzada. Sin embargo, mi padre lo notó.

-¿Por qué te molestas?- le preguntó. Francisco puso una cara que manifestaba no comprender lo que mi padre le quería decir -Sí. Te molestas te al hablar de la boda del Príncipe Francisco, ¿lo conoces?, porque en el pueblo solo lo conocemos de nombre. No sabemos nada de él, creemos que no le gustan las fiestas porque, apenas llega el Carruaje Real, él desaparece. Yo, cuando trabajaba para el Rey, lo conocí de pequeño, la última vez que lo ví tenía 5 años. Él es mayor que Savannah por seis meses si mal no recuerdo. El último día que vi a ese niño fue el mismo día que el Rey me mandó a la guerra, por esa guerra cortaron mis piernas para que pudiera sobrevivir- Mi padre era un hombre que rara vez lloraba, sin embargo, en este momento le empezaron a salir lágrimas -perdón, no soy un hombre frágil pero al recordar a mi mujer fallecida, no puedo parar de llorar... -se detuvo -¡Amara, Milo!- los llamó -Salgan un momento, quiero hablar con Savannah y Antonio a solas.

-¿Por qué?- preguntó Milo -Seremos familia, podemos saber todo sin problemas- dijo reusándose a salir de la casa.

-Si... Tampoco me quiero ir- contestó Amara mientras miraba a Francisco de forma risueña.

-¡Váyanse, ahora!- ordenó mi padre con voz gruesa. Se fueron corriendo de mi casa, le teníamos miedo a mi padre cuando hacía esa voz. -Perdón. Saqué a mis hijos porque no quiero que sepan esto- le habló a Francisco -Prosigo con la historia- nos miró a los dos -desde el momento en que me fui a la guerra, un hombre acosaba a mi mujer, es más, él la violó. Esto lo sabe Savannah y mis hijos, pero lo que no saben es que, desde antes de ese momento, él ya había abusado de ella. Desde que Savannah tenía 5 hasta que cumplió 8 años, ese hombre junto a otros más, violaban a mi mujer, ella nunca me lo contó, sino hasta unos días antes de morir. Peleé con ella y nos dejamos de hablar, creí que no me lo había contado porque me creía menos hombre por no tener piernas y que no la podía defender por lo mismo. Ella era una buena persona que, hasta en estos últimos años, comprendí que no me lo comentó porque sabía que, aunque yo la defendiera, ellos me podrían matar aunque fueran mis mismos compañeros- mi padre estaba llorando, quería consolarlo pero no sabía cómo, también estaba llorando, aunque solo me salió unas gotas. No me gustaba recordar a mi madre, mi odio por el Rey crecía más al recordar su muerte. Francisco me abrazó, me recargué en su cuerpo conteniendo mi llanto.

-Tranquila- Fran me susurró mientras acariciaba mi brazo suavemente con la mano del brazo que me abrazaba.

-El día que murió- siguió hablando mi padre -me enojé conmigo mismo, odié el evitar hablar y perdonar a mi amada por días. Quise morir en lugar de ella, mis hijos serían mejores con ella que conmigo, yo soy un inútil que apenas pudo enseñar a cazar y a pescar a uno de sus tres hijos...- se limpió las lágrimas -... bueno, a lo que quiero llegar es que, el día que se casen y se entreguen el uno al otro- me puse roja ante eso, Francisco igual -recuerden que lo único que tendrán serán ustedes mismos, sus hijos serán pequeños y no podrán ayudarlos. Cuando pase algo, comuníqueselo al otro, no se queden callados. Digan todo lo que pasa y todo lo que les incomoda. Además, si pelean, perdónense, eviten ir a dormir estando peleados. Ámense, quiéranse, disfrútense todos los días, vivan cada día como si fuera el último porque no saben cuándo llegará el verdadero fin de cada uno.

-Señor... Yo...- mi padre no quiso que Francisco hablara, por lo que le interrumpió.

-Quisiera que se casaran ya mismo para que sean felices desde ahorita. Mi querida Savannah ha estado muy feliz desde que te conoció, nunca la había visto así. Como padre, quiero su bien y veo que eso lo obtendrá de ti, Antonio - le habló a Fran -Además, veo cómo miras a mi hija es la misma forma en la que yo miraba a mi difunta esposa. Sé que amas a Savannah más que a nadie en el mundo, tus ojos y tu forma de tratarla con delicadeza lo delatan- nos miró a los dos -nunca dejen que algo o alguien les quite esta chispa, siempre traten de verse con los ojos que se miran ahora y de tocarse con las manos con las que se abrazan ahora- sonrío -ya sé los he dicho, pero se los repito, les doy mi bendición para casarse- mi padre juntó mis manos con las de Francisco -para mí, ya lo están, solo queda esperar la ceremonia y ya- sonrió amablemente.

Me llegó el sentimiento, mi padre nunca se ha mostrado así, lo abracé y lloré un poco, estaba alegre pero a la vez triste.

Diario de una CampesinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora