Capítulo 4: El Brasileño

1.4K 76 8
                                    

Kate, 3 años atrás:

—¿Te dijeron que le dieron cambio al Élder López? —me comentó mientras desayunábamos.

—No. ¿Cuándo pasó eso?

—Anoche.

—¿Y ya viste al nuevo misionero?

—No, pero lo bueno es que Élder Estrada se quedó.

—Sí. ¿Sabes de dónde es?

—¿Élder Estrada?

—Yo sé de dónde es Estrada, me refiero al nuevo.

—Me parece haber entendido que de Brasil.

Mi hermano era misionero de barrio, él estaba informado de cada misionero que entraba y salía del sector apenas se daban los cambios.

—Ojalá y sea buen misionero, me cuentas si sabes algo —respondí a su afirmación.

—Claro —fue lo que me dijo antes de salir hacia la universidad.

Desde hace algún tiempo, nos habíamos encariñado con los misioneros que llegaban al barrio; nos gustaba invitarlos a comer y salir con ellos a visitar, hasta ahora mi mejor amigo había sido Élder Price, mi primer amor, el último gringo que pisó este sector, hace casi 2 años. Los latinos no se dejan querer mucho, pero igual eran buenos misioneros.

Esa noche, cuando salí de mi cuarto hacia el balcón los vi, estaban a un par de calles; yo podría reconocerlos a millas de distancia con sus camisas blancas y corbatas, todos ellos daban largos pasos al caminar. Se dirigían hacia acá, pero por la hora supuse que era el camino que habían tomado para regresar a su casa, reconocí a Élder Estrada, y definitivamente el nuevo era gringo.

Bajé las escaleras como un rayo.

—Una excusa, necesito una excusa, ¡ya sé! ¡Fotocopias! Eso es, necesito sacar una fotocopia ¿pero, de qué? 

Recorrí toda la planta baja de mi casa con la mirada y me percaté de una hoja que estaba encima de la mesa, era el plano de una casa, no sé de quién era, sólo la tomé y corrí a la puerta principal donde tomé las llaves de la mesita, y abrí la puerta en completa calma, caminando como lo haría normalmente. Me los encontré "imprevistamente" en la esquina.

—¡Hermana! —Me saludó Élder Estrada— Hola, ¿dónde va? 

—¡Élderes! Voy donde Anahí a sacar unas fotocopias —levanté la mano mostrando las hojas que sostenían.

—Mire, él es mi nuevo compañero, Élder Green —él con una sonrisa en su rostro extendió su mano para estrechar la mía.

—Mucho gusto, Élder. Bienvenido al Barrio.

Era alto, bastante alto, podría decir que rondaba los 1,85. Tenía unos ojos color miel que brillaban con la vívida emoción de estar en un lugar nuevo; cejas espesas y unas pestañas tupidas y rizadas.

—Gracias, hermana. —Su acento era bastante gringo, pero podía entender claramente el español que hablaba— ¿Cuál es su nombre?

—Kate.

—No es cierto, se llama Katerina —me corrigió Élder Estrada bromeando.

—No. Kate, mi nombre es Kate... —dije lanzándole una de mis miradas, él se sonrió, pero no siguió discutiendo.

—Bueno, vamos, la acompañamos... nosotros ya íbamos para la casa.

—Vamos entonces. —Empecé a caminar con ellos— ¿y de dónde viene Élder?

A Mormon Love StoryKde žijí příběhy. Začni objevovat