Capítulo 3: ¿Correspondida o no?

2K 89 41
                                    

He conocido muchas personas que son conscientes de sus atributos y virtudes, o de su realidad... por mi parte siempre he sabido que no soy lo suficientemente buena para un misionero retornado. Pero Thiago era realmente especial para mí, desde el primer día que los vi desde el balcón de mi casa y noté que él era el misionero nuevo, y luego mi treta para encontrarlos "casualmente" en la calle.

En un discurso que él dio en la iglesia mientras aún era misionero dijo que había hecho una lista de sus defectos y que esa lista terminó siendo más larga de lo que él imaginaba, yo me puse a pensar en cuáles serían, porque no podía pensar en ninguno en ese momento, y a pesar de todo, no puedo pensar en ninguno ahora. Por el contrario, mi realidad es otra, mi lista de defectos no tiene fin, yo lo sabía mejor que nadie...

Pero él tenía una especie de aura a su alrededor que te hacía sentir bien, te hacía quererlo, no sólo porque era amable y risueño con todos, y parecía sentir afecto por cada persona que conocía o no conocía, él sabía llegar a las personas de un modo que no había conocido en nadie más, yo me sentía tan afortunada por el simple hecho de que él conociera mi nombre.

Yo estaba fingiendo que le prestaba atención a lo que Roxana me decía, mientras Thiago conversaba con Anahí, y él la miraba con cariño... como deseaba que me mirara así a mí.

—Bueno —dijo de repente con la voz suficientemente alta para que las cuatro lo miremos— quiero tomarme unas fotos aquí en el templo, no creo tener suficientes. Kate puede ayudarme por favor —me dijo mientras me extendía su IPhone.

—Claro —le respondí.

Me levanté de mi asiento, empezó a hacer el camino a la parte de atrás del templo conmigo caminando detrás de él, pero me di cuenta de que nadie más venía con nosotros, me volteé para hacerles señas, ¿por qué rayos no se movían?

—No, vayan ustedes, Nora y yo vamos a comprar unas cosas al centro de distribución... para... para la misión, ya sabes ¿Vamos Roxana? —dijo Anahí sin siquiera sentir pena de mis ojos suplicantes, caminaron hacia el otro lado de dónde Thiago se había detenido para esperarme.

Mentirosa. Vi su sonrisa de complicidad, hasta Roxana me guiñó un ojo... y ella no sabe nada de lo que yo siento por el gringo, ni Anahí lo sabe.

¡Oh no! Me giré y lo vi esperándome con una sonrisa. Rendida caminé hacia él.

—Y, ¿cómo ha estado? —Me preguntó muy casualmente, como si no se notara que ya había empezado a temblar.

—Bien —sonreí— y él viaje, ¿qué tal le pareció?

—Fue perfecto. Tomemos una foto desde aquí.

Click.

—¿Y el recorrido turístico? —Empecé a preguntar para concentrarme en otra cosa.

Ethan, otro ex-misionero que decidió regresar para recorrer Chile junto con su hermana, se reunió con él dos semanas antes de la fecha programada para que lleguen los chicos, alquilaron un vehículo y se fueron. Supe que el día que los jóvenes llegaban él estuvo en casa de Anahí antes de ir al aeropuerto, pero nunca me llamó o pasó por casa para saludar, y eso me dolió, me dolió demasiado, por eso había llorado, pero nunca se lo reproché, y no lo haría... yo no tengo los derechos exclusivos sobre él, pero él sí sobre mí.

—Fue espectacular, una oportunidad así no se presenta todos los días. ¿Una foto allá?

—Claro.

Click.

—¿Y cómo quedó la casa?

—Bastante bien, tuvimos un par de problemas, no somos expertos pero nos quedó bien. Otra foto allá.

A Mormon Love StoryOnde histórias criam vida. Descubra agora