Capítulo 8: ¿Secreto?

1.3K 71 37
                                    

Con sus manos sostenía mi cara por ambos lados, y su frente estaba pegada a la mía, podía sentir su respiración agitada.

Nunca pensé que estaríamos así, sin respetar el espacio personal del otro... a veces olvidaba que ya no era misionero, olvidaba que yo también le gustaba, no tanto como él a mí... pero no podía exigirle mucho a la vida.

-Thi ¿qué... -no pude decir más, sus labios fueron a chocarse con los míos, en un beso casi desesperado, nada comparado con el anterior, su labios suaves trabajando los míos con autoridad, su cuerpo empezó a empujarme para entrar, y arrimarme a la pared junto a la puerta, tomó mis manos y las llevó hasta su cuello, y cuando estuvo seguro que no las dejaría caer llevó las suyas a mi cintura y mi espalda; me puse de puntillas para llegar más a él, y fue cuando su lengua rozó mis labios que se me escapó un jadeo leve, y me separé por falta de aire, me di cuenta de que él estaba igual.

-¿Qué estás haciendo? -Le pregunté aun agitada.

-Besando a la mujer que amo -me dijo regresando a mis labios, con ternura pero definitivamente mejor que aquel roce que me había dado en la mecedora. 

Él me había llamado "la mujer que amo", yo estaba por las nubes, no podía dejar de saborear el momento, él empezó a apegarse cada vez más a mí y a besarme con más fuerza, a veces nuestros dientes chocaban, pero eso no lo detenía; su mano bajaba por mi cintura y regresaba a mi espalda para pegarme más a él de lo que en realidad se podía. Estuvimos así tanto tiempo que necesité de toda mi fuerza de voluntad para separarme unos centímetros de él.

-Pero... ¿entonces qué fue lo de la mecedora? -le pregunté con la respiración agitada.

-Pensé que me rechazarías... no creí que me dejaras besarte -Me dijo besándome de nuevo, hasta que me separé otra vez.

-¿Y no has podido esperar hasta la mañana? -le pregunté esperando que esa respuesta me ayude a entender qué iba a pasar por la mañana, si íbamos a ser amigos nada más cómo siempre, o algo más.

-Era mucho tiempo -me dio un pequeño beso en la comisura de mis labios- Estaba en la cama pensando ¿Por qué no la besé?, por eso he venido a buscarte, había esperado demasiado, pensé que ya estabas dormida, pero no perdía nada con intentar -dijo mientras su mano agarraba un mechón de mi cabello y lo olía- ¿te confieso algo?

-¿Algo bueno, o algo malo?

-Algo bueno, espero -lo miré un poco intrigada por la respuesta, y cuando no siguió, le insistí.

-Bueno, y qué es.

-Te amo -me dijo sin mirarme a los ojos.

Con la poca luz que llegaba desde las lámparas de la calle pude ver cómo bajaba la mirada, y cómo se sonrojaba... no quería ni imaginar de qué color estaba mi cara, pero por los latidos de mi corazón diría que muy, muy roja.

Él no era tímido, era un artista, era cantante, daba conciertos, la timidez no era para nada lo suyo, pero decirme esas dos palabras habían hecho que bajara la mirada, así que ahí, pegada a él como estaba, me agaché un poco para verle los ojos, y el giró la cara hacia el otro lado, así que bajé mi mano de su cuello y sostuve su mejilla para obligarlo a verme.

-Yo también -le dije con toda la sinceridad de mi corazón, era lo que sentía... pero no podía pronunciar esas dos palabras, me había educado a mí misma para no ser capaz de hacerlo.

No podía creer que estábamos ahí confesándonos, y lo mejor de todo no podía creer que estaba siendo correspondida, se supone que esas cosas sólo suceden en las películas y en los libros; yo había esperado hasta ahora 19 años a que la persona que yo amaba me amara también, y eso no había ocurrido nunca.

A Mormon Love StoryOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz