Capítulo 19: ¿Casa?

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—¡Ya quita esa cara, hombre!

—Déjame en paz, Ethan, acabo de dejar a la única mujer que he amado sola en un aeropuerto.

—Pero te va a esperar, ¿o no?

—Espero que sí, a menos que se dé cuenta de que no la merezco.

—Eres tan pesimista Green. —se rio.

—Cállate.

Después de tres vuelos y 14 horas de viaje, llegué a Chicago, donde iba a estar con Marie, para alquilar un auto e ir a Iowa.

Normalmente cuando llegaba a casa después de un largo viaje, dentro o fuera del país mi expresión siempre era: "Hogar, dulce hogar". Pero ahora me estoy bajando de un avión preguntándome si realmente lo es. Amo a mi familia, pero ahora ella es mi hogar. Una vez leí:

"El hogar no es de dónde vienes,

Es donde perteneces.

Algunos de nosotros viajamos por el mundo para encontrarlo.

Otros, lo encontramos en alguien."

Ella es mi persona, ella es mi vida, ella es mi hogar.

Marie ya estaba en el aeropuerto esperándome, con Eric y Emma, quienes volaron a mis brazos, y yo me arrodillé para recibirlos.

—Emma parece que has crecido como dos metros... le dije dándole un beso en sus cachetes.

—Yo también tío. —dijo Eric.

—Tú también campeón, has crecido casi cuatro metros, en un par de días serás de mi tamaño. —También lo besé, ellos rieron cuando los levanté a ambos en mis brazos.

—Thi, te extrañé. —Me dijo Marie.

—Y yo a ti. —le dije en un abrazo después de dejar a los niños en el suelo— ¿puedes prestarme tu teléfono?

—Claro, ¿para qué lo necesitas?

—Tengo que hacer una llamada, y anoche olvidé cargar el mío, está muerto —no era para menos después de toda la tensión por la que pasé.

Ella me extendió el teléfono, le dejé mi maleta y me alejé unos metros, no era necesario que ella supiera de esto ahora.

— ¿Hola? —Ella parecía nerviosa.

—Cielo, te extraño.

—Yo te extraño tanto que duele.

Eso se fue directo a mi corazón, no la merecía, pero estaba demasiado enamorado, no podía aplazar más las cosas. Mañana temprano iré a casa y el miércoles a BYU para dar ese estúpido examen el viernes, con mucha suerte el sábado después del concierto podría tomar un vuelo a Nueva York y luego regresar; ni siquiera regresaría a Provo, podré encontrar uno desde Phoenix.

—Aún estoy en el aeropuerto, apenas llegue a casa te escribo, Te amo.

—Yo también. —Me dijo, y eso era todo lo que necesitaba oír.

—Te escribo como en una hora.

—Está bien, adiós.

—No me olvides. —le dije antes de que cerrara la llamada.

—Como si pudiera hacerlo. —Dijo y cerró.

No lo soportaré, definitivamente no lo soportaré.

—¿Qué fue eso? —Me preguntó Marie en cuanto le entregué su teléfono.

— ¿Que fue qué?

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