CAPÍTULO 9

4 0 1
                                    

Fui al centro de la ciudad y me compré un helado. Estaba furiosa, ¿por qué me habia molestado tanto que Delilah me dijese eso? Cuando alguien me lo decía, lo ignoraba, porque me daba igual. También mis compañeros me decían que era rara porque siempre me pasaba con un libro de biologia, quimica o matemáticas, a mi me encantaba aprender.

Fui a una pequeña plaza y me senté en un banco mientras cerraba los ojos y disfrutaba del sol, pero mi móvil vibró

—¿Si?

—Recuerda que hoy tienes que cuidar a dos gemelos, desde las cuatro de la tarde hasta las siete. Y al final solo serán tres dias por semana. La madre trabaja pero ha pedido que la dejen marcharse antes ya que tiene que cuidar a sus hijos.

Era perfecto, ya que yo podría estudiar los otros dos dias y también por la noche

—Perfecto. Gracias Charlotte, de verdad —agradecí

—No es nada, ya lo sabes —supe que sonreía—. Te envío la dirección, hasta luego.

Colgó y a los minutos recibí una ubicación. Era la una de la tardé, entonces fui a mi piso a comer.

Abrí la puerta y un olor de macarrones inundó mis fosas nasales. Fui hacia la cocina y allí estaba Jas, me miró y sonrío

—¡Mira que estoy haciendo!

Me acerqué y miré el plato lleno de macarrones a la boloñesa

—Eso.. ¿es para ti y para mi? —preu¡gunté confundida al ver la cantidad de macarrones que había

—¡Claro! —exclamó feliz

Nos acomodamos en el sofá y pusimos un documental sobre la Revolución Francesa.

—Nat...

—¿Mhm..?

—Una cosa, ¿a ti te gustan las chicas?

Me atraganté con los macarrones, sabía porque lo decía

—Sí ¿por qué?

Sonrió

—¡Es que lo sabía!

—¿Qué? —pregunté confundida

—Sabes que Delilah tiene novio, ¿no?

—Sabes que el mundo no gira alrededor de Delilah ¿no? —me ofendí

—Ya, pero..

—¿Pero..?

—¿La conoces de antes?

—Sí, de una fiesta —dije lo más calmada posible

—Hariais buena pareja

—Jasmine, ¿qué dices?

—Ya sabes lo que digo, vi cómo la mirabas en la cena —así que ella también se había dado cuenta..

—La miré una vez

—Lo que tu digas —Jas se río

No sé porque, pero tenía más ganas de hablar con Jasmine. Era muy cómodo hablar con ella, me lo pasaba bien y cuando estaba triste por lo de mi madre, siempre me cocinaba cosas. Era muy buena persona, es una suerte tener una compañera de piso cómo ella

Al final opté por callarme, miré el reloj que había en la mesita del café y vi que eran las dos de la tarde.

Jasmine se quedó mirando el documental y yo fui a ducharme y a cepillarme los dientes.

Me arreglé un poco para causar buena impresión. Planché mi largo grisáceo pelo y le pedí a Jasmine que me pusiera un poco de mascara de pestañas. Sí, no sabía como se hacia y yo nunca me maquillaba.

Opté por unos mom jeans y una sudadera enorme. Vale, tampoco iba muuuy arreglada pero era lo más cómodo.

Estuve pensando si debería traer algo, para, mm, distraer a los niños.

Finalmente, pusé mis ecuaciones en la mochila, por si se dormían, y salí de casa.

Miré la dirección que me envió Charlotte e indicaba que la cas estaba un poco apartada del centro de la ciudad, así que tardé unos 15 minutos con metro, ni tan mal.

Fui hacia la calle y estaba repleta de casas de mahón. Era la número 13. Había una puerta con el timbre y llamé.

—¡¡Hola!! ¿Eres la niñera? —preguntó una voz femenina desde el timbre

—Sí

La puerta principal se abrió automáticamente, entré en el porche y la puerta de la entrada se abrió. Una mujer de unos cuarenta años, pelo negro y ojos azules me miró fijamente. Y sonrió, me recordó a alguien pero no sabía a quién.

—Hola —sonreí

—¡Hola! Tu debes de ser Nat.. ¿no? —preguntó la mujer

—Así es —contesté

—Yo soy Maria

Unas risas infantiles se escucharon dentro de la casa

—Ah, sí, sí, pasa —dijo

Entré y la casa era sumamente grande, cuando entrabas podías ver las escaleras que llevaban al piso superior, a la derecha el comedor y a la izquierda la cocina

—¡Niños! ¡Venid!

Unos niños aparecieron por las escaleras. Los dos eran iguales. Pelo negro y ojos azules. Me miraron fijamente y me sonrieron

—Nat, ellos son Matt y Mike

—¡Hola! —les saludé

—Hola —dijeron al unísono

—Bueno, ellos están siempre jugando así que no creo que te molesten mucho. Igualmente, deben merendar a las cinco. Matt es alérgico a la crema de cacahuete, a Mike le sienta mal la lactosa, así que no le des nada de lácteos y creo que ya está. He dejado algunas galletas y zumos en la cocina —dejó de hablar cuando miro su reloj—. ¡Mierda llego tarde!! Cualquier cosa avísame, tienes mi número en la cocina. ¡¡Chao!!

La puerta se cerró y los gemelos y yo nos quedamos mirándonos. Maria parecía la típica madre joven y super moderna.

—¿Te llamas Nat? —me preguntó Mike, era fácil distinguirlos por la forma de la nariz y de la boca, lo que tenían completamente igual era el pelo y los ojos

—Sí —sonreí

—¿Quieres jugar con nosotros?

—Emm.. claro

Me acompañaron en el piso superior, era un enorme pasillo con cuatro puertas, supuse que una era para los gemelos, una para el baño y otra por María. Y supongo que la otra era otro baño o algo así.

Entramos por una puerta blanca que estaba en la izquierda del pasillo. La luz natural entraba por un ventanal gigante justo al lado de la habitación. Habían dos camas y un montón de juguetes esparcidos por el suelo.

—Es una carrera con coches, lo lanzas y el que llegué primero gana.

Que aburrido, ¿solo sabían hacer eso?

—¿Y si montamos un circuito?

Nos podías ver a Mike, Matt y a mi haciendo un circuito para los coches de juguete con Legos y utensilios de la casa. Tardamos cuarenta minutos en hacerlo, pero valió la pena.

El circuito era bastante largo, lo hicimos en la planta inferior y era desde el pasillo de la cocina hasta el salón.

Oí como alguien estaba usando las llaves para abrir la puerta, supuse que era María. Así que me quedé con los gemelos en la cocina para iniciar la carrera

—¿¡Pero que habéis hecho!? —alguien dijo

No podía ser verdad, ¿pero por qué?

El Contraste que SomosTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon