Vals sangriento

4 3 0
                                    

El salón empieza a llenarse.
La gente rebosa de alegría,
y yo estoy, sin más,
ahogada en valentía.

Con la daga escondida,
mi vestido ondeando.
Se siente muy cerca
a la muerte rondando.

Y mis ojos,
nublados, oscuros,
se posicionan sobre el condenado.
Y el condenado,
iluso, confuso,
termina siendo engañado.

El vals que suave suena
a mis latidos fuertes apresan.
¡Que el coraje me acompañe,
y esos ojos no me engañen!

Me adueño de la pista
y la daga cruel me llama.
La hora se aproxima
y me siento a toda prisa.

El arma que mi vestido ocultaba,
tan sutil, pero que poco marcaba
parecía de pronto gritar.
Gritaba que lo matara.

Y en profunda soledad,
con su silueta a la luz lunar,
mis ojos de pronto
me decidieron traicionar.

Quiero marcharme
y él me detiene.
¡Oh, Dios!
No me sueltes
pero tampoco te acerques.

El cuchillo, que a la luna brillaba,
sostenido por mis manos
que débiles temblaban,
la imagen de una acorralada,
asustada joven reflejaba.

Aléjate mientras tienes tiempo,
pues el reloj está por cantar.
Y cuando la última nota se escuche,
tu vida tendré que tomar.

¡Y qué coraje que él tenía!
Que en brazos sólo me acogió,
poniendo fin él solo
a su vida de un fulgor.

Poemas y otros dolores [√]Место, где живут истории. Откройте их для себя