Ahora o nunca

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La ves sosteniendo un cuchillo con una temblorosa y pequeña mano que parece divagar un poco entre su miedo y su propia adrenalina recorriendo sus venas, ya demasiado dañadas para funcionar de forma óptima.

Sabes que, si intentas dar sólo un paso hacia ella, la creciente adrenalina impulsará su mano temblorosa directo a su garganta, que ahora traga saliva, jadeante.

Casi dubitativa.

Quizás te sirva escupir palabras de amor y consuelo como en las novelas románticas, y ya por fin todo se resolvería como si un hada invisible agitara su resplandeciente varita mágica sobre ustedes, pero realmente esto es lo más ajeno a las novelas románticas.

Al amor que todo lo puede y que a todos los salva.

Pero sí.

Te sería de mucha ayuda lograr que, de alguna forma, ya sea con palabras cursis o con actos de extrema gentileza, su corazón marchito bajo su pecho logre sacudirse. Entonces, sólo entonces, es posible que la mano temblorosa descienda muy levemente, tanto que casi ni siquiera podrías notar el fantasmal movimiento.

Pero sólo tienes una oportunidad.

Un segundo.

Un instante.

Y las chances se te agotan, porque el alcohol y las drogas ya hicieron su trabajo y adormecieron su corazón junto con su mente y el cuerpo.

Lograr sacudirlo sería una verdadera hazaña.

Lograr sacudirlo sería... un milagro.

Y aquí, donde los sueños más radiantes se tornan en pesadillas en un instante y logran trascender a la realidad, escapando de la jaula de tu mente, los milagros no se nos son afines.

No me es afín nada de eso.

Pero el cuchillo se siente frío sobre mi piel.

Y mi piel está caliente.

Húmeda.

Sería un milagro no dejarme ahogar por esas sensaciones.

Frío.

Húmedo.

Caliente.

La tríade de la muerte.

Poemas y otros dolores [√]Where stories live. Discover now