El asesino dentro de mí

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Hay un personaje dentro de mí que me he esmerado en ocultar por algún tiempo.
Este personaje tan particular, no siente remordimientos cuando le hace daño a las personas en su entorno, y a veces, incluso, logra contentarse al lograrlo.
Es despiadado y muy rencoroso.
Es del tipo violento más peligroso; el que logra hacerte daño sin siquiera intentarlo.
Sabe exactamente cuál es tu punto débil, y si logra escaparse al menos un segundo de su celda, te destruye sin un ápice de piedad.
Piensa en cómo se sentiría presionar con sus pálidas manos el cuello de alguien, muy de a poco, gradualmente, deleitándose con cada segundo que la persona bajo él va agonizando.
Otras veces, mientras observa alguna imagen de alguien disparándole a otra persona, suele pensar en cómo se sentirá el aroma de la pólvora caliente bajo sus narices. Cómo se verá de cerca el agujero que la bala creará en el cuerpo.
Qué tanto zumbarán sus oídos tras el disparo, y qué tanta potencia tendrá el arma que llevará en su cuerpo, logrando sacudirlo.
Algunos pensamientos más penumbrosos, se refieren a este personaje con algún tipo de arma blanca.
Piensa que este tipo de arma es más expresiva.
Puede arremeter contra el cuerpo de la otra persona y clavar tan profundo como quiera. Tan profundo como su fuerza se lo permita.
Y le gustaría saber qué tal se siente la carne abierta, desangrándose cálidamente justo bajo su mano.
Se pregunta qué tanto le costaría, si pudiera, abrir la carne de su víctima. Tocar sus huesos.
Y, de ser posible, su corazón.
¡Lo que le gustaría algunas veces sentir el palpitante órgano contra su piel! Sentir la vida latiendo...
Y aplastarlo con fuerza.
¿Cómo se escucharía al estallar?
¿Qué tanta sangre saldría?
Son preguntas que este personaje suele hacerse de vez en cuando.
Pero lo que es más alarmante de este personaje, cuya peligrosa naturaleza reconozco, es la frecuencia y la facilidad con la que quiere poner en práctica esos pensamientos.
Y tengo la certeza de que, si no logro detenerlo a tiempo, logre cumplir su deseo.
Y, aún más, le temo a la idea de que lo tome como un hábito.
Haciéndolo mío.

Poemas y otros dolores [√]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora