Capítulo 25. El lado dulce de la vida

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¡Hola! Sé que dije que subiría un capítulo por semana, pero soy la mierda.
También iba a subir un capi especial pero era demasiado largo y tuve que cortar por algún lado o ya acababa subiendo capítulo en mayo, así que...

Bueno, espero que os guste igualmente y no me odiéis por las falsas esperanzas xD

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Tobio tenía una rutina para las mañanas, había trabajado en ella a través de los años, conservándola y mejorándola hasta hacerla perfecta.

Todo tenía un sentido. Por ejemplo, despertarse ciento veinte minutos antes de la hora en que debía estar en el gimnasio; lavarse la cara y los dientes, enjuagar la boca tres veces con el colutorio del dinosaurio amarillo -Miwa le regaló una muestra y para qué probar otro si ese iba bien-. Después, ponerse las mallas, camiseta y guantes y salir a correr por Kodaira. Había un par de parques cerca, y si llovía podía dar vueltas alrededor de la manzana, aunque esa opción no le gustaba porque pasaba delante de una casa donde vivía un pastor alemán que saltaba contra la verja con intenciones asesinas.

A la vuelta, Tobio se duchaba, ponía radiodeporte con la esperanza de escuchar algo de vóley y sacaba su tupper con el desayuno. La bebida generalmente era agua, o como mucho alguno de esos preparados proteicos que sabían a huevo con vainilla. Tobio no los odiaba, pero secretamente deseaba que Aki hubiese escondido otro tetrabrick de leche en algún lugar... Solo que Aki no estaba en Kodaira. Allí era solamente él, un apartamento pequeño con vistas a un edificio gris y las persianas siempre bajadas. Si tenía vecinos, no los conocía. Tobio se sentía viviendo en una urbanización fantasma. Salía del piso temprano y volvía de noche, cuando volvía, porque normalmente se quedaba en el apartamento del grupo de Yamagawa-san en Tokio.

Kodaira fue convirtiéndose, un poco sin querer, en un refugio. Una excusa para alejarse, tomar distancia y volver a su centro, más importante desde que su compañero puerta con puerta en Tokio ya no era Aki, sino el jodido Miya Atsumu. Si no habían acabado asesinándose era simplemente porque Nishida tenía unas habilidades de mediación dignas de la ONU.

Kodaira era sinónimo de rutina. De previsión. De lo conocido, lo que Tobio necesitaba para estar en paz. Así había sido siempre, hasta que el opening de Kimetsu no yaiba a todo volumen le sacó de su sueño, y antes de que supiese dónde estaba, había alguien pasando un brazo cálido sobre él, y una pierna, y luego un cuerpo apoyado en su abdomen clavándole un codo en las costillas y un

—¿Ves como ese era mi lado?

seguido de otro aplastamiento y más música detonándole los tímpanos, y un olor familiar acompañado de una voz rara en su registro suave y ronco de las mañanas. Tobio abrió un ojo y se encontró con Hinata totalmente apoyado sobre él, con el cabello enredado, murmurando cualquier cosa y acariciándole distraido una oreja, mientras con la mano izquierda manoseaba el teléfono móvil.

—Ahhh no puedo creer que vuelva a llover este sábado, es una maldición. ¡Oh, Natsu me envió una oferta de 2x1 en bollos de carne! Debería comprar dos cajas porque Atsumu-san siempre roba los... ¡Woo! Inunaki dice que tenemos que vender nuestro bitcoin, que está súper woa en la bolsa o algo de eso pero yo no quiero vender porque me da pena, solo tengo un bitcoin y es como, no sé, darle tu gatito a alguien, no me parece bien porque si tuviésemos como doscientos pero tenemos uno y es como-

Tobio intentaba ubicarse en el Universo, incapaz de abrir los ojos.
¿Qué está pasando?
¿Por qué tengo tanto sueño?

—¿Qué hora es? —consiguió decir, todavía con un ojo abierto.

Nadie duerme en Tokio |KageHina|Where stories live. Discover now