Capítulo 5. Vóley en estado puro

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Nota: juro que es kagehina xD slow burn, pero kagehina

Durante sus años de instituto, hubo momentos en los que Kageyama pensó en confesar

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Durante sus años de instituto, hubo momentos en los que Kageyama pensó en confesar.
¿Qué debía decir? Las chicas que se atrevieron con él se perdieron en tartamudeos y cosas sobre sus ojos y él no estaba dispuesto a hacer el ridículo.

Semanas antes de la graduación, recurrió a Miwa. Era la primera vez que llamaba a su hermana por teléfono desde que se fue de casa de sus padres.

—Ay, mi Tobibi bebé ha crecido tanto y me pide consejos de amor —sollozaba Miwa. Kageyama gruñó, pasándose una mano por la cara, convencido de que había sido un error llamarla.

—No me llames así.

—Es que estoy muy emocionada. Vale, ¿entonces estás enamorado?

—Yo no he dicho eso.

—¿Mi bebé bonito está enamorado, cosita linda?

—Miwa, voy a colgar.

—¡No, espera! No cuelgues Tobib... Tobio-kun, voy a ayudarte muchísimo. A ver, ¿qué pasa? ¿Cuál es el problema? ¿Quieres confesarte a alguien antes de la graduación, en plan shoujo?

Kageyama se tumbó en la cama de su habitación, levantando la mano izquierda para mirarse las uñas.

—¿Qué pasa si lo hago?

—Pues él tendría que darte una respuesta.

Frunció el ceño, contrariado.

—¿Cómo sabes que es un chico?

¿Cómo podía saberlo, si nunca se lo dijo a nadie? Había veces que se preguntaba si era adoptado. Si no fuese porque tenía la misma cara que su hermana, estaría seguro.

—Tobibi, podemos fingir que no sé quién es, pero no es mi mejor día, sabes. Ayer ahogué en cerveza todas mis neuronas buenas.

En serio, seguro que era adoptado y casualmente ambos tenían los ojos azules.

—¿Y qué le digo?

—Dile lo de la luna, bueno, está muy visto pero es lo más efectivo.

—¿Qué luna? —Miwa suspiró. Kageyama frunció el ceño—. ¿Qué pasa con la luna?

—Nada, Tobi, no pasa nada. Mira, siendo tú, díselo con naturalidad, como si no fueses a morirte por su respuesta. Quítale presión, en plan, "ah por cierto, me gustas".

—No puedo decir eso, me odiará.

—No te va a odiar, tonto.

—¿Y tú que sabes?

De pronto estaba agobiado ante esa idea estúpida que le robaba pensamientos al vóley.

—Porque soy una chica. Las chicas lo sabemos todo.

Nadie duerme en Tokio |KageHina|Where stories live. Discover now