Capítulo 2. Lo que pasa en Brasil...

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¡Hola!
Gracias por seguir leyendo esta nueva historia. Espero que estéis preparadas para sufrir xD
Este capítulo tiene un poco/bastante introspección, pero pronto empieza la marcha.

Besos, os amo.

Besos, os amo

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Todovoley. 22 de abril. Kageyama Tobio, el último fichaje de la Selección nacional, destroza a Canadá con siete servicios as.

SPORTS Japan. 24 de mayo. Igarashi Aki y Kageyama Tobio, el nuevo dúo imparable de los japoneses, pupilos de Yamagawa Yuu, seleccionados para los Juegos Olímpicos.

24hVoley. 30 de mayo. Igarashi Aki y Kageyama Tobio, dos jovencísimas estrellas que llevarán los colores de Japón en los Juegos de Río.

Cuando su madre o Natsu o Kenma le preguntaban cómo era Rio de Janeiro, Hinata siempre respondía lo mismo.

Distinto. Caluroso (no cálido). Húmedo. Lleno de vida.

Guardaba para sí otros adjetivos, respuestas que intentaba empujar a la parte trasera de su cerebro con el deseo de que el tiempo las suavizase, quizás hasta borrarlas.

Porque allí, entonces, Río era solitario. Incluso en el bullicio que se colaba en su dormitorio cuando dejaba la ventana abierta, también en el medio de una calle abarrotada de música y gente y olor a sal marina. Río era, todo el tiempo, lejano, como si se hubiese colado en una película donde él era el extraño, el intruso. Siempre difícil, como ese alfabeto formado por letras y no por sílabas, como el idioma que no se parecía en nada al que había estado aprendiendo en los cursos por Internet sus últimos meses en Miyagi. Cuando alguien te hablaba no había una tecla para parar y volver atrás, no podías usar el comodín del libro de refuerzo. Sólo sonreír, balbucear un desculpe mas não percebo y esperar lo mejor.

El primer mensaje de Kageyama llegó un día especialmente difícil, a las dos semanas de su llegada.

Su compañero de piso, Pedro, no le hablaba, y aunque siempre cocinaba el doble para que pudiese servirse cuando llegaba de la facultad, nunca tocaba su comida. Kenma le había aconsejado que se comprase un candado para el interior de su dormitorio, por si era algún tipo de loco que intentaba apuñarle de madrugada.

El día fatídico se había torcido tres dedos jugando al vóley playa, redescubriendo de forma miserable lo que era no tener ni idea en un deporte. Cuando se bañaba en el mar para aliviar las quemaduras solares, una medusa le picó en el brazo, a la altura del bíceps y llegando hasta el hombro. Al salir del agua descubrió que no estaban sus zapatillas de deporte. Sólo había conseguido evitar el robo de su teléfono, escondido en una bolsa en la arena.

Al llegar al apartamento, cansado y dolorido, con los pies agrietados y las mejillas quemadas, descubrió con horror que no llevaba llaves. Pedro no estaba en casa. Era un primero, así que podría haber trepado, pero la perspectiva de romperse las piernas era muy realista, de modo que se sentó en el suelo, en la calle, y cogió su teléfono móvil.

Nadie duerme en Tokio |KageHina|Where stories live. Discover now