Capítulo 7. Un lugar seguro

1K 169 494
                                    

Aviso 1:

En este capítulo se tratan de pasada temas sensibles, no de forma directa, pero para evitar herir a alguien y no hacer spoilers, en las notas del final dejo los avisos concretando el contenido sensible.

Si estás preocupada/o por el contenido puedes ir primero al final de la página y leer los avisos.

Aviso 2:

A partir de hoy subiré capítulo una vez a la semana, sábado o domingo, hasta finales de septiembre.

¡Gracias por leer y votar!

(el estudio no me deja contestar todos vuestros comentarios pero los leo TODOS y me alegráis mi vida infernal de estudiante esclavizada por las leyes y el Derecho)

(el estudio no me deja contestar todos vuestros comentarios pero los leo TODOS y me alegráis mi vida infernal de estudiante esclavizada por las leyes y el Derecho)

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.


A los dieciocho años Kageyama era muy popular entre las chicas.

El día de la graduación, durante el discurso de Hinata, una compañera de clase se le acercó. Estaba nerviosa, sonrojada, pero Kageyama haría lo de siempre. Una reverencia, un lo siento.
Cogería su bombón, ya tenía a otros seis en el bolsillo.

Se llamaba Miko y todos decían que era la más guapa de tercero. A Hinata le gustaba, siempre se sonrojaba cuando ella le hablaba y tartamudeaba como un idiota. La chica le dio a Kageyama un bombón dorado y una carta con un montón de corazones pintados en el sobre.

—¿Podrías dárselo a Hinata-kun? Yo no tengo valor para hacerlo, pero me gusta mucho y las chicas creen que a lo mejor tengo una oportunidad con él.

Kageyama cogió la carta y el bombón.

En el escenario Hinata intentaba explicar algo con un montón de onomatopeyas, y lo estaba haciendo fatal pero todo el mundo aplaudía y le animaba.

Todavía no se había cortado el pelo. Kageyama deseaba que se lo cortase cuanto antes porque llevaba dos putas semanas teniendo sueños con él, sueños muy intensos en los que sus dedos se enredaban en cabellos naranjas y largos y empujaban, suave, hacia abajo, hasta que Hinata estaba de rodillas.

Seguro que todo se solucionaba si ese idiota se rapaba al cero.

Cuando Miko-chan se fue, Kageyama hizo una bola con la carta y guardó el bombón con los otros seis de su bolsillo.

Es por el vóley, se dijo.

Lo hago por el vóley.

Lo hago por el vóley

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Nadie duerme en Tokio |KageHina|Where stories live. Discover now