Capítulo 4: Peones Dobles

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Había pasado una mala noche. Ya era la segunda después del almuerzo con María. Soñaba con su padre, como siempre. Él era un niño y su padre estaba a lo lejos hablando con una mujer.. Él lo llamaba y le pedía ayuda. Pero su padre se alejaba cada vez más, sin contestarle nunca, hasta desaparecer. Luego él vagaba por La Finca sintiéndose perdido y asustado, caminaba tanto tiempo sin rumbo que cuando volvía a verse en el espejo del recibidor habían pasado 20 años.

Se despertó de golpe algo transpirado. Miro el reloj, eran las 5 de la mañana. No conseguiría volver a dormir así que se levantó y fue hasta la cocina donde puso a hacer café.

Se dio una ducha que le hizo sentir mejor y al salir fue al vestidor para elegir qué ropa ponerse para el día.

Una vez más, hizo una mueca al ver los trajes colgados, su pequeña colección de azul y gris. Agarró el primero sin molestarse mucho, mascullando que de todas formas eran todos iguales y después de ponerse la camisa, obviamente blanca, se detuvo un momento antes de ir a su mesa de luz y abrir el tercer cajón.

Tomó una caja alargada y la apoyó en la cama. La dio vuelta. Se leía 'Augusto San Román' en lapicera y pasó sus dedos por la fina escritura, un poco borrada por el paso del tiempo. La abrió, sacó la corbata de seda italiana y se la puso con cuidado mirándose con seriedad en el espejo del vestidor. Después de terminar de vestirse salió a la calle, sin tomar ningún café.

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Iba en el taxi hablando por teléfono. Por la diferencia horaria, era la mejor opción para las dos, acostumbradas a verse o hablar casi todos los días y contarse todo. María tenía clases y luego el ensayo y para cuando se liberaba ya era de noche para Nathalie y tenía que ocuparse de su padre.

-Pero y luego.. ¿No te dijo nada más?

-Ni una sola palabra.

-Sabes, en todos los años que trabajo allí.. Nunca le vi siquiera mirar dos veces a una mujer, mucho menos invitarla a almorzar. ¡Ni le he visto comer siquiera jamás! Aunque en el aula de profesores siempre se corren rumores. Claro como él mantiene tanta privacidad, eso alimenta el misterio y a los curiosos. Que si está casado con una señora mayor y no quiere que se sepa. Que si tiene un romance de película con una actriz famosa, hasta hace poco andaban con la historia de la madre de un alumno..

-Sí he oído algo de eso.. -contestó insegura recordando el primer día.

-Bueno tú no te creas nada.. La única que puede tener información concreta es Carmela, a mí nunca me ha interesado el tema, pero puedo intentar averiguar.

-¡Ni se te ocurra! Si a mí tampoco me interesa tanto el tema -dijo intentando sonar desinteresada. -Te lo cuento como si fuera cualquier otra cosa, sin más.

-Claro. Sin más... ¿y tú crees que soy tonta? Es que no lo puedo creer. Mi mejor amiga, viviendo situaciones indecentes con el director del colegio y yo aquí, compartiendo habitación con mi hermano y peleando con los primos por un viñedo. Que asco de suerte.

-Oye, no será el de Saint-Emilion ¿no?, quédatelo así podemos volver a hacer escapadas como cuando éramos adolescentes.

-Pensar que te hiciste la recatada con el vino con el señor San Román.

-Pero si es tu culpa, yo no había probado una copa de alcohol antes de caer en tu mala influencia.

-Claro, la monja.. A ver si me cuenta esta casta señorita cómo ha conseguido siendo tan inocente que en dos días la invite a almorzar el partido mayor del condado, el Señor Director del Colegio.

La ProfesoraWhere stories live. Discover now